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Viñetas por Gaza II
Roberto Hernández Montoya
Las guerras de antes había que irlas a buscar, pero desde la Segunda Guerra Mundial la contienda te busca donde estés. Otrora un joven podía decir: “Madre: Me voy a la Guerra de los Cien años”. Porque había que desplazarse, ir a Waterloo a ver la derrota de Napoleón, o participar en ella. Ahora la bomba atómica te busca en Hiroshima y la bomba de fósforo blanco te busca en Gaza. Entrega a domicilio, cual pizza.
¿Qué objetivo militar se persigue en Gaza? El gobierno israelí dice que los combatientes de Hamas. Es más, en un esfuerzo de imbecilidad realmente conmovedor rocía de volantes dirigidos a los habitantes de Gaza en que los exhorta a que se retiren porque van a intensificar los ataques. Los militantes de Hamas, supone este volante para idiotas, van a quedarse a recibir las bombas a domicilio. O sea, hay que ser bien usuario de Globovisión para tragarse esa píldora para gafos. Que se vayan los habitantes, que no estorben. ¿A dónde? Asunto que no concierne al ejército israelí. Lo decía Joselo: “Hermano: Si tienes un problema... Ve a ver cómo los resuelves. Y si necesitas dinero... Ve a ver dónde lo consigues”.
Lo que pasa es que una vez bombardeado el territorio no queda sino seguirlo bombardeando, porque la batalla casa por casa favorece al habitante. En primer lugar porque el invasor es identificable y el combatiente de Hamas no, que es como el agua en el agua. El resistente conoce el patio, el parroquiano sabe dónde están sus cosas, sus pasillos, sus recovecos, dónde poner una trampa, dónde emboscar. Por eso el ejército invasor anuncia que seguirá con lo más fácil: bombardear, que sirve para ablandar al enemigo antes de tomarlo por tierra, que es el único modo de reinar. Lo demás son repúblicas aéreas. En tierra se empantanaron los Estados Unidos en Corea, en Vietnam, en Afganistán, en Iraq. En tierra iraní se empantanó Iraq. En tierra afganí se empantanó la Unión Soviética. En tierra africana, europea y soviética se empantanó Alemania.
¿Cuánto tiempo dura una invasión? Depende. Cuando se tiene una desproporción de poder de fuego puede durar mucho, pero siempre en medio de una resistencia que hace que la vida del invasor sea insegura, inestable, a cada rato un Guaicaipuro hace resistencia, a cada momento se alza un Negro Miguel, Gual y España, para no hablar de los salteadores de camino y demás. De otro modo son los partigiani italianos que terminaron ajusticiando a Mussolini. O la Resistencia Francesa colaborando con los Aliados o los españoles gritando “¡vivan las cadenas!” contra José Bonaparte, cariñosamente llamado Pepe Botella, por su afición al contenido de esos recipientes. Por algo parecido a Juan Carlos lo llaman el Rey de Copas. Pero divago. Igual Roma tenía que sofocar rebeliones a cada rato, entre ellas algunas que estuvieron a punto de arrasarla, como Aníbal Barca, el esclavo tracio Espartaco, Jesucristo convocando a pagar impuestos a César pero a creer en Dios en vez de creer en Cæsar Imperator. Así viven los imperios, en medio de insomnios. Así ha vivido el Imperio Yanqui: a cada rato se le alzan Villa, Sandino, Prestes, Perón, Fidel, Chávez, los Kirschner, Correa, Ortega, Lugo, Morales, Lula, Vásquez, ¿sigo? Menuda herencia deja Bush a Obama. Así vive Israel, entre guerras de seis días, Yom Kipur, Intifadas, misiles Kazaam. Así le pasaba al Imperio Romano en Israel, a cada rato se le alzaban unos judíos que destrozaban la tumba del cipayo Herodes.
El racismo es hermano gemelo del colonialismo. El colonizador necesita descalificar colonizado como salvaje, ignorante, sucio, greñudo, impío, etc. Cualquier criterio es erigido como principio de superioridad, color de la piel, creencia religiosa, maneras de mesa, pronunciación del idioma, etc. Ni modo que colonicemos a nuestros iguales. No dejo de imaginar lo que decían los árabes de los “bárbaros europeos” que conquistaron durante la Edad Media, aquellos europeos cubiertos de pieles, analfabetas, que habían olvidado a Aristóteles y Platón y sacaban cuentas torpemente con números romanos.
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