La celebración del Día Nacional del Profesor Universitario el 5 de diciembre, debería convertirse a partir de este año 2009 en un proceso de reconstrucción y reflexión colectiva en torno al origen y significado de tal conmemoración, así como en la profundización de los compromisos que implica el desempeño de tan noble y delicada actividad, para el proceso de transformación y repotenciación de la institución universitaria.
Aunque es relativamente reciente su celebración y reconocimiento público, su origen data de más de 50 años, pues con el día del profesor universitario se conmemora la promulgación del Decreto Ley de Universidades, efectuada el 5 de diciembre de 1958, apenas iniciada la democracia representativa luego del derrocamiento del General Marcos Pérez Jiménez, con lo cual se derogó la Ley de Universidades de 1953. Es oportuno acotar que en la Ley del ´58 fue donde se contempló por primera vez en Venezuela la autonomía administrativa, académica y electoral para las universidades, fundamentos y procedimientos que perviven luego de 51 años.
Sin menoscabo de la importancia histórica de tal conmemoración consideramos forzoso, en tiempos de revolución, reflexionar primeramente en torno al significado real del triunfo democrático y autonómico que envolvió a la Ley del ´58, parcialmente modificada en 1970 bajo el gobierno del Dr. Rafael Caldera, que aún está vigente y cuyos postulados de fondo son defendidos a sangre y fuego por la élite academicista venezolana.
En tal sentido debemos recurrir al análisis político-académico para comprender que lo celebrado es una concepción de la autonomía y democracia universitarias que han devenido en una especie de patente de corso, para que las autoridades de las universidades autónomas hagan a su antojo con el presupuesto obtenido del Estado o por ingresos propios.
Es la misma concepción que ha favorecido la instauración del voto limitado sólo a una parte de los/as profesores/as y a una porción de los/as estudiantes, obviando la opinión y participación al resto de la comunidad universitaria; que además fortalece una distorsionada autonomía de cátedra para la construcción de parcelas elitistas del conocimiento, orientadas sólo según los particulares puntos de vista e intereses de algunos/as profes, independientemente que estén descontextualizados de la realidad y requerimientos científico-tecnológicos del país, o incluso de los avances de la ciencia y la tecnología a nivel mundial.
Ya nos decía Bolívar en 1819 que: "…Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza, y por el vicio se nos ha degradado más bien que por la superstición”…
Guardando las distancias, y sin intención descalificadora en la comparación, no podemos menos que recordar cuando celebrábamos con “júbilo” el 12 de octubre como Día de la Raza o Día del descubrimiento de América, cuando tal fecha conmemora el inicio del más grande genocidio jamás conocido por la humanidad y que con justicia hoy lo reconocemos en Venezuela como el Día de la Resistencia Indígena…
En modo alguno cuestionamos la conmemoración del Día del Profesor Universitario. Ni siquiera planteamos que se cambie la fecha de tal efemérides. Por lo que sí abogamos es en cambiar el concepto de la celebración, esto es, convertirla en algo más que el pan y circo que tradicionalmente ha representado, limitándonos sólo a peticiones de corte reivindicativo-gremiales acompañadas de actividades de esparcimiento y diversión, que también son necesarias, pero que indudablemente no es lo único en que debe concentrarse el Día del Profesor Universitario.
Una vez más insistimos en la elevación hacia objetivos más fructíferos, orientados a profundizar las transformaciones estructurales y profundas que requiere la Patria Nueva en construcción, para lo cual es preciso elevar nuestro nivel de conciencia, de saber, de razonamiento y reflexión sobre los graves problemas que aquejan hoy por hoy a nuestras comunidades inmediatas, al país, a Latinoamérica y a la humanidad entera, así como en las posibles contribuciones para lograr mejores niveles de vida a nuestros congéneres…
Para quienes hemos hecho de esta actividad un apostolado, dedicándonos a la noble tarea de formar a los futuros profesionales de la Patria, forjándoles la capacidad investigativa, impulsándoles al debate de ideas y el desempeño ético, nos resulta poco comprensible, por ejemplo, que un/a Profe universitario/a se considere ajeno/a a la problemática del recalentamiento global y sus causas; o que repita a sus estudiantes que las limitaciones presupuestarias actuales están desvinculadas de la debacle financiera del sistema capitalista mundial; o que las bases militares de USA en Colombia no deben preocuparnos a los latinoamericanos.
Por ello sólo cuando reflexionemos acerca de nuestro rol transformador en la sociedad, aún sin cambiar la fecha, lograremos un nuevo día para los profes universitarios…
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