Como era de esperarse, el oposicionismo alentado por el imperialismo gringo se siente buchón. El regreso a la legalidad democrática, y los resultados de tal proeza, lo tiene de mírame y no me toques. Ello no es malo. Lo que sí lo es que ahora se crea dueños de la fiesta, los vasos y el pastel. ¿No debería retornar al escenario de manera humilde y hasta con ánimos de sumar algún granito de arena para la causa criolla? ¿será mucho pedirle?
Es mal indicio –muy malo- que mucho antes de la proclamación de la que sería objeto por parte del CNE, sus voceros empezaran a alardear de la mentira que les caracterizó durante estos 5 años de pública subversión. Es como que si, para ellos, nada hubiese cambiado. Eso de que se sienten robados porque sacaron menos diputados, aún cuando obtuvieron un pelín más de votos acá en Caracas, es buen ejemplo de ello. No están echando el cuento completo y en honor a la verdad, viniendo de ellos, tal conducta no es de extrañar.
No dicen que en este país nuevo, todos tenemos que ajustarnos a la ley. Y que si de elecciones, diputados y leyes hablamos, tenemos que apelar a la Ley de Procesos Electorales. Sí, repetimos: la Ley de Procesos Electorales. Porque de eso se trata: de montarse en el carro del deber ser y no del que les da la gana. Esta cosa de los votos y las curules alcanzadas no es muy fácil de explicar, pero tampoco es tan difícil. Hagamos un intento, tratando de interpretar el texto en referencia.
Supongamos que en el Circuito A es necesario sacar 150 votos para obtener un diputado y que en el circuito B, se requieren 100. Llega el día de las elecciones y para el Circuito A votan 205 personas, mientras que para el B lo hacen 105. Es evidente que el A se llevó por los cachos al B numéricamente hablando, pero éste no dejó de cumplir el requisito porque logró 5 más de lo necesario y así hubiese sido sólo uno por encima de lo exigido, también cumplía. Si por A la cosa fue extremadamente buena, eso no es culpa de nadie pero por reglas de juego sólo le corresponde un diputado. Si A se pone a cacarear y a hablar de injusticias escondiéndose en falsos argumentos, flaco favor le hace a su causa y a sus electores. ¿Estamos?
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