Cada proceso electoral es una pesadilla para el oposicionismo
neoliberal. Las derrotas electorales son siempre doble: en las urnas y
en la calle.
En lugar de aceptar los resultados electorales con
vergüenza, el oposicionismo neoliberal prefiere apostar a la
desestabilización y al golpe pensando que tiene apoyo en la calle, pero
allí también son derrotados.
No lo queda más remedio entonces, que recoger su gato muerto e
iniciar una larga procesión para explicarle a su audiencia antichavista
por qué no lograron el triunfo que prometieron con tanto ahínco, o
buscando un cisne negro bajo las alfombras de los lugares más recónditos
del universo, que demuestre el nuevo “fraude” electoral. En esto último
pueden incluso pasar toda la vida.
Para las elecciones
parlamentarias del 26 de septiembre, el oposicionismo neoliberal se
enfrenta nuevamente al mismo dilema: ante la inevitable derrota, cómo
convencer al elector antichavista que son mayoría y así garantizar un
escenario de violencia y desestabilización que abra las puertas del
golpe y la intervención extranjera.
En primer lugar, el
oposicionismo neoliberal debe atacar, amenazar y ofender con suma
vehemencia al Consejo Nacional Electoral y jamás comprometerse en acatar
los resultados oficiales. No importa que el
sistema electoral venezolano sea el mejor del mundo y que haya sido
auditado en todas sus fases, en todos sus rincones, por todo el planeta.
Antes decían que la “trampa” estaba en el “ventajismo
oficialista”, como si los medios corporativos de oposición no vivieran
encadenados promocionando a sus candidatos neoliberales y vaticinando el
mismo Apocalipsis Comunista de hace 11 años. Ahora, sin embargo, el
oposicionismo neoliberal asegura que el “fraude electoral” está en el
sistema de votación. En este sentido, ha desatado una salvaje campaña
mediática para convencer a la población que realmente son mayoría, y por
consiguiente, le corresponde legal y constitucionalmente dominar la
Asamblea Nacional, independientemente de lo que diga el Consejo Nacional
Electoral. Para ello, han puesto en marcha una guerra de encuestas, que
además de ser manipuladas desde el punto de vista técnico, están
diseñadas para presentar
exclusivamente el voto popular, cuando lo usual en elecciones
parlamentarias de carácter uninominal como las del 26-S, es que la
diferencia porcentual del voto popular maque la tendencia pero no
necesariamente se corresponda con la diferencia de los curules
obtenidos.
Por ejemplo, si en todas las circunscripciones del
país gana el candidato del PSUV con el 55%, no importa que la diferencia
del voto popular en todo el país sea de 5%, porque al ganar todos los
curules obtendría el 100% de la Asamblea Nacional. La oposición por su
parte, aun con el 45% de apoyo, no alcanzaría tener un solo diputado,
asumiendo en este caso extremo, que todos los curules se eligen con voto
uninominal.
La votación popular nacional, si bien es un buen
indicador de la tendencia del electorado, no tiene que representar una
imagen definitiva sobre la composición del parlamento, como lo quiere
hacer ver la oposición. Ejemplos en otras partes del
mundo y en las propias elecciones parlamentarias de Venezuela en 2000,
así lo demuestran.
En las recientes elecciones parlamentarias del
Reino Unido, los conservadores obtuvieron 307 curules, casi la mitad
del parlamento, con un 36% de votos, y aun cuando la diferencia de votos
entre laboristas y liberales fue apenas del 6%, los primeros obtuvieron
256 diputados y los segundos tan solo 57. Las elecciones parlamentarias
canadienses de 2008 arrojaron resultados muy similares a los del Reino
Unido. El Partido Conservador obtuvo casi la mitad del parlamento con el
37% de votación, sacándole casi el doble de curules a los liberales,
aun cuando la diferencia porcentual de votos fue de apenas 10%. En estas
elecciones, el Partido Quebequés, con menos del 10% de votos, logró
introducir 49 diputados al parlamento, 12 más que los Nuevos Demócratas
que les había sacado el doble de votación, mientras que los Verdes, que
estuvieron a tan solo 3 puntos
de los quebequés, se quedaron sin diputados. En las elecciones de
España de 2008, si bien socialistas y derechistas mantuvieron la misma
diferencia entre porcentaje de votos y porcentaje de diputados, la
coalición de la Izquierda Unitaria, aun obteniendo mayor votación que el
resto de los partidos más pequeños, apenas logró introducir 2 diputados
al parlamento, mientras que Convergencia y Unión colocaba 10, y el
Partido Vasco, con poco mas de 1 por ciento, metía 6, mientras que el
partido UPyD con la misma votación, obtuvo apenas uno. Y aun cuando no
viene al caso de las elecciones parlamentarias, no puede obviarse el
caso de las elecciones presidenciales de EEUU en el año 2000, cuando
George W. Bush con el 47.87% de votos, obtuvo los 271 colegios
electorales que le dieron la presidencia, por encima del 48.38% de apoyo
que tuvo Al Gore, quien aun obteniendo más votos, se quedó con solo 266
colegios electorales.
En Venezuela, cuando
participó la oposición en las últimas elecciones parlamentarias de
2000, el Movimiento Quinta República consiguió abarcar el 55% de la
Asamblea Nacional con el 44% de votos, mientras que AD alcanzó el 20% de
diputados con el 16% de votos. Por su parte, Primero Justicia metió 5
diputados con poco mas del 2%, dos curules más que la Causa R que había
sacado mayor votación, y cuatro más que el PPT que casi lo empata,
mientras que Un Nuevo Tiempo con tan solo el 1,7% de votación, sacaba
más diputados que La Causa R y PPT.
Para las elecciones del 26 de
septiembre, se prevé que la coalición PSUV-PCV obtenga poco más de 67%
de diputados a la Asamblea Nacional con una votación popular que rondará
entre el 55% y 60%, proporción muy similar a la del año 2000.
Sin
embargo, el oposicionismo neoliberal, con el apoyo de los medios de
comunicación corporativos dentro y fuera de Venezuela, elabora un
discurso fraudulento para manipular
a la población y de esta manera justificar la movilización violenta de
sus seguidores antichavistas y las acciones desestabilizadores que tiene
planteada llevar a acabo cuando se anuncie su derrota. El oposicionismo
neoliberal demandará de manera irracional que con la votación obtenida
a nivel nacional deberían tener mas diputados o incluso controlar la
Asamblea Nacional.
En este contexto, resulta esencial informar
adecuadamente al electorado nacional sobre las características del
proceso y de las intenciones golpistas del oposicionismo neoliberal, y
de esta manera, dotar con el arma de la razón y el conocimiento, al
pueblo bolivariano para que defienda con propiedad, dignidad y honor la
nueva victoria de la Revolución Bolivariana este 26-S.
carrascoeugenio@yahoo.com