¿Y ahora qué hacemos?, pues vencer. Los resultados del 6D no son para contemplarlos y hacer catarsis al viejo estilo de la seudo izquierda que citaba de memoria algunos capítulos de Marx. No es así, Chavez convirtió en acción la frase de Simón Rodríguez ¨inventamos o erramos¨. Esta batalla se pierde o se gana en las ideas, y la guerra económica fue una campaña electoral perfecta de la oposición en la que muchos venezolanos jamás identificaron al enemigo. Todavía, a pesar de la derrota hay muchos que no saben quién esconde los productos, quién se los permite, quiénes se benefician y lo peor es que de saberlo no tienen idea de cómo impedirlo. Es obvio que debemos sincerar nuestras filas, y muy especialmente hacer seguimiento a las misiones encomendadas. Con la coyuntura electoral se abusa para excusar la postergación de las metas a realizar. Como buen hijo de Chavez, el presidente Nicolás Maduro asumió la derrota, cumplió su palabra en otro de los momentos más difíciles en esta guerra sin cuartel. Hay que cuidarlo porque quienes ganaron la asamblea son los mismos que dieron la orden de asesinar a Chávez, que asesinaron chavistas una y otra vez y no tengan dudas de que entre sus primeras acciones buscarán abrir las puertas a los paramilitares en los estados fronterizos. Vienen tiempos de guerra y hay que cuidarse en exceso, porque no somos una revolución moderada como la de Argentina o la de Brasil, que convivieron con el poder económico ingenuamente obviando a los movimientos sociales. No somos cualquier revolución, somos la que mató el Alca, le dio una patada al Fondo Monetario Internacional y le demostró al mundo entero que sí hay alternativas al capitalismo, que se puede incrementar salarios, subsidiar viviendas, incrementar pensiones e invertir en salud y educación a pesar de la guerra económica y saboteo a los precios del petróleo.
La prioridad es organizar verdaderas fuerzas productivas, encontrarnos de verdad con esos movimientos sociales que ingenuamente se dibujan en los 1x10, a los que tratamos de contactar virtualmente por una plataforma tecnológica símbolo del dominio comunicacional capitalista como lo es el celular. El debate no es en facebook, tampoco es con frases vacías, las ideas tienen que tener vida, ser viables, ser comprendidas, defendidas y sobre todo deben tener un resultado en concreto. Lo hemos logrado una y otra vez. Y tantas victorias también han perfeccionado las ideas del enemigo. Ahora no enfrentamos a Globovisión, enfrentamos la arquitectura comunicacional del mundo, porque hasta Disney nos ha incluido en sus escenas como dictadores bananeros. Se crea un comité de ex corruptos que saquearon sus países y asesinaron los movimientos sociales que trataron de impedírselos. Y no olvidemos que la OTAN perfecciona estrategias militares para desaparecer pueblos enteros con su cultura incluida para que transnacionales administren los recursos energéticos de esos pueblos.
¿Cómo impedir el golpe de estado que intentarán desde la asamblea nacional con estos paramilitares disfrazados de políticos?. Mejor periodismo, mejor investigación para la denuncia y no la propaganda ingenua. Optimizar formación y sincerar nuestras universidades, quiénes enseñan, qué enseñan, porque si hay algo que reproducen en masa desde las universidades son defensores a ultranza del capital en manos de pocos. Pero lo más importante, es la humildad y fuerza moral, un revolucionario jamás convencerá a los movimientos sociales sin el ejemplo. El miedo a ser pobre debe ser vencido si queremos enfrentar al capitalismo, porque todo el andamiaje cultural de éste se basa en el miedo a la pobreza y el terror a confrontar lo establecido por su dios dinero.
Ellos no podrán cambiar nada, porque su esencia es impedir los cambios y volver a lo conocido, a esa zona de confort de una minoría que excluía a las mayorías. Si logran sacar a Nicolás Maduro, vendrá lo obvio, la entrega de PDVSA y el fin de las políticas socialistas. Ningún pueblo soportará el regreso al neoliberalismo salvaje, la rebelión pasa de las ideas a la confrontación violenta. No se puede hablar de reconciliación y ser consecuente con la reconciliación si ello implica excluir a las mayorías. La economía debe ser bajada de ese altar y desenmascarar cada uno de sus mandamientos opresores. Y por supuesto, debemos depurar nuestras filas de tanta mediocridad, porque si hay algo de razón en la clase media envenenada de odio, es que se han topado con mediocres de consignas vacías. La revolución debe ser eficiente para avanzar contra el capitalismo. Debe ser valiente para levantarse de una derrota y seguir avanzando. Viviremos y venceremos.
