La definición del llamado Arco Minero del Orinoco como zona económica de desarrollo, ha abierto una polémica interesante en Venezuela. Por mi parte le doy la bienvenida y sólo pido que el debate no sea degradado por los previos epítetos y clisé que buena parte de la izquierda, también la derecha criolla y Latinoamérica, utilizaban en el pasado para despachar la discusión teórica e ideológica.
El debate se ha exacerbado con la firma de los contratos de empresas mixtas entre el Estado venezolano y las empresas Gold Reserve y Faoz C.A con una relación accionaria 55-45 a favor de la República, para la exploración de oro, tantalita y columbita, conocida como coltán. El monto en dólares de los proyectos a ejecutar rondan los 16 mil millones de dólares en los próximos cinco años. Cabe destacar que, en el caso del oro, se circunscribe a las minas Brisas del Cuyuní y Cristinas, y en cuanto al coltán, una pequeña porción ubicada en la formación rocosa granito de Parguaza, entre Los Pijiguaos y Puerto Ayacucho. En lo sucesivo serán firmados nuevos contratos de asociaciones estratégicas de acuerdo con los bloques en las cuales ha sido dividido el Arco Minero.
Lo primero que debe decirse, antes de entrar en el fondo de la materia, es que la definición del Arco Minero, fue un acierto del Comandante Chávez cuyo propósito es identificar, clasificar, certificar y ordenar el proceso de explotación de un territorio totalmente intervenido desde hace décadas bajo las formas más irracionales. Se trata de la aplicación de la metodología utilizada en la Faja Petrolífera del Orinoco, tenida -hasta el inicio de la Revolución Bolivariana-, como un simple depósito de un bitumen que podía venderse a menos de 5 dólares el barril. Tal metodología dio como resultado la comprobación de las mayores reservas de petróleo pesado del planeta, cerca de 525 mil millones de barriles a partir de un factor de recobro del 40%.
El Arco Minero del Orinoco es una extensión de 112 mil km² que concentra las mayores reservas de minerales estratégicos del planeta: coltán, uranio, torio, además de oro, diamante, plata, níquel, así como extensos yacimientos de cuarzo, caolín, feldespato. En este Arco se localizan también las reservas de mineral de hierro, cerca de 14.900 millones de toneladas y de bauxita 500 millones de toneladas, entre otros. La delimitación de bloques por minerales y materiales diversos, la cuantificación y certificación de sus reservas, la explotación y aprovechamiento de tales recursos, utilizando métodos que causen el menor daño posible al ambiente para colocar la riqueza que ellos puedan generar al servicio del bienestar nacional, constituye la esencia de esta definición.
El segundo aspecto a destacar, guarda relación con la filosofía que fundamenta la definición de Arco Minero. Se trata de un enfoque integral para crear una zona económica de desarrollo, y no la simple extracción minera, que en tantos años de existencia, lo que ha dejado es destrucción, miseria y degradación socio-moral de la mayoría de quienes, por necesidad de subsistencia, la han asumido.
No se trata del viejo enfoque extractivista de tierra arrasada, sino de una concepción socialista–humanista del desarrollo económico-social de toda una región privilegiada en recursos naturales mal aprovechados y dilapidados. Promover nuevos patrones de asentamiento poblacional, producción alimentaria, aprovechamiento de las condiciones geográficas para la promoción del intercambio comercial interno y hacia el exterior. Difícil será encontrar en el mundo una región que reúna las óptimas condiciones de este extenso territorio, para la creación de riqueza a partir del trabajo y la aplicación de la ciencia y la tecnología. Al lado del aprovechamiento industrial transformador a gran escala, deben estar relacionados con ella, la pequeña minería, la minería artesanal, la orfebrería, tributando todas hacia un proceso único, bajo control estricto del Estado nacional.
Lo tercero y, no menos importante, es que tanto la filosofía como el propósito y la metodología del Arco Minero, no se van a desplegar en un territorio totalmente virgen, sino en amplias zonas intervenidas, contaminadas de mercurio y otras sustancias, y algunas de ellas, bajo control de las más diversas mafias (de prostitución, tráfico de alcohol, sustancias contaminantes, tráfico de minerales y ahora de alimentos) en disputa permanente por el control territorial y reparto del botín. Mafias de las cuales participan activamente algunas corporaciones transnacionales (bajo los mismos esquemas criminales utilizados en el Congo y Etiopía) y los aparatos de inteligencia de las naciones imperialistas, así como "honorables" empresarios nacionales transmutados por la red del oro, el diamante y el coltán.
Buena parte del Arco Minero continua siendo hoy un territorio de nadie, sin ley alguna, historia que se remonta a más de cinco décadas. Esta es la verdad, negarla es comulgar con la hipocresía o querer esconderla por mezquinos intereses para que continúe existiendo.
En este aspecto entro a tocar las críticas que algunos grupos de connotados ecologistas, muchos de los cuales actúan de buena fe, respetados intelectuales, a quienes no hay que descalificar por el desconocimiento práctico de esta realidad, críticas formuladas con mucha virulencia utilizando medias verdades, otras cargadas de mucha ignorancia acerca de lo que ocurre diariamente sobre el territorio, críticas formuladas no sólo contra el planteamiento del Arco Minero, sino contra las asociaciones estratégicas propuestas por el gobierno bolivariano con empresas extranjeras y nacionales para iniciar en firme el ordenamiento de la explotación minera. Metodológicamente, conviene ir analizando cada una de ellas, para tratar de desmontar sus argumentaciones. Veamos.
a) "…La propuesta del Arco Minero va a significar la destrucción, depredación y contaminación de las zonas en las cuales reposan los recursos mineros…" (Ecologismo inocente). Si algo debe corregir la explotación industrial organizada, es la anárquica utilización de las sustancias contaminantes a cielo abierto, que ha causado la devastación de áreas como Sopano Parapapoi, La Paragua, el Caura, entre otras.
Toda la región Guayana del Arco Minero posee un enorme pasivo ambiental de años de actividad extractiva del Estado, los particulares y empresas privadas, que tanto la IV como la V república no han podido resolver. Esta verdad no la podemos ocultar, tenemos una deuda ambiental que es necesario comenzar a cancelar. Ahí están las lagunas de lodo rojo de Bauxilum a punto de desbordarse hacia el rio Orinoco, lo cual causaría un desastre ecológico. La zona del Caura, requerirá de varios años con un intenso plan de reforestación y limpieza de sedimentos contaminantes para su recuperación.
El curso del rio Guaniamo hace tiempo fue desviado de su cauce natural por los explotadores del diamante aluvional. El alto y bajo Paragua ha sido prácticamente convertido en una zona de desierto. Todas las áreas de minería artesanal con utilización de mercurio por el sólo aprovechamiento del 40% del mineral extraído con este procedimiento, ha dejado una contaminación espantosa, pero a la vez una riqueza esparcida sobre el territorio de unas 400 tonelada de oro, de fácil recuperación con métodos industriales.
La explotación industrial permitirá corregir este desastre, mediante la instalación de plantas, a partir de tecnologías modernas de concentración y separación de minerales, reprocesamiento mercurial para la rehabilitación de estas áreas severamente afectadas.
Afirmar que es con la apertura minera industrial a gran escala, que se destruirán los ecosistemas de Guayana, que la naturaleza creó en millones de años, constituye una especie de ecologismo post morten. Quienes no han recorrido ese territorio no pueden hablar con propiedad de él, y solo expresan nociones ecologistas que nada tienen que ver con la dantesca realidad de hoy. Aunque luzca paradójico, en muchos casos la reparación de lo que allí existe, depende de la explotación e industrialización que hoy se está proponiendo.
b) "…Es una entrega de la soberanía a las transnacionales mineras y, por tanto, una traición al legado del Comandante Chávez…" (infantilismo de izquierda). Si efectuar unas asociaciones estratégicas en las cuales el Estado mantiene el 55% de las acciones y conserva la propiedad de los yacimientos de minerales, constituye una entrega de soberanía, por este camino pronto nos quedaremos sin explotación de petróleo, para vivir no sabemos de qué. Lesivo fue el régimen de concesiones mineras, en el cual el Estado percibía el 3% de regalía y las empresas evadían el pago del impuesto sobre la renta.
La ideología no puede sustituir la realidad. Esto no lo entiende una cierta izquierda, que ha vivido siempre desconectada del mundo real. ¿Con quién nos vamos a asociar para aprovechar un yacimiento como Brisas-Cristina que poseen 55 millones de onzas troy de oro a 200 mts, 4 billones de libras de cobre y un 15% de plata? Es obvio, que con empresas que dispongan de la tecnología requerida para la separación de estos minerales y su total aprovechamiento, pero además con capital para hacer las inversiones requeridas. En definitiva, al sumar regalías, el impuesto, más las utilidades económicas, el Estado percibirá el 70% de la riqueza monetaria producida, además de la transferencia tecnológica.
¿Con quienes nos asociamos en la Faja Petrolífera del Orinoco, ideada magistralmente por Hugo Chávez, no fue con las grandes empresas del mundo, especialistas en extracción de petróleo? Empresas rusas, chinas, españolas, vietnamitas, inglesas, norteamericanas, ecuatorianas, holandesas. El Comandante promovió una apertura de verdad, quebrando el monopolio anglo-norteamericano, pero con el realismo de saber que nosotros solos con PDVSA no estamos en condiciones de hacerlo.
En el caso del Arco Minero, la estrategia es similar. Entrega hubo en la IV república con el régimen de concesiones, entregando amplios territorios y minas que las empresas utilizaban para aumentar sus patrimonios y jugar en las bolsas de valores del mundo con las reservas mineras del país. Solo en el año 2009 procedimos a dejar sin efectos 17 concesiones mineras a empresas extranjeras y nacionales, incluidas las de coltán llamadas Deminas I y Deminas II, luego de que dimos a conocer, a la luz pública, la explotación ilegal de este mineral estratégico.
En momentos de caída drástica de los ingresos petroleros el país requiere nuevas fuentes de financiamiento en divisas, y el sector que puede generarlas es el minero, junto al sector turístico en el cual debe producirse otra gran apertura mediante las zonas económicas especiales. El sector minero debe permitir el apalancamiento de la industria manufacturera, y el encadenamiento de toda la industria nacional. Este es nuestro desafío inmediato.
c) "…Producirá el desplazamiento de la pequeña minería, de las etnias indígenas de sus territorios ancestrales, excluyéndolas del aprovechamiento y disfrute de sus riquezas…" Este argumento es falso de toda falsedad. En el caso de la pequeña minería se tiene previsto su plena incorporación al proceso de industrialización minera, solo que las áreas donde se localizará deben ser perfectamente delimitadas, y su actividad productiva, estará encadenada al plan industrial para evitar que el oro se siga sacando de contrabando hacia Brasil y Curazao como viene ocurriendo. Curazao no posee minas de oro, pero tiene una refinería que procesa el oro de contrabando venezolano, unas 40 toneladas al año. Debe saberse que al lado de la pequeña minería que utiliza mercurio, molinos y otros implementos, existe una mediana minería que explota minas hasta 80 y 120 metros de profundidad y 50 mts de diámetros (a cielo abierto) y minas subterráneas, sobre las cuales tienen control mafias organizadas por personajes muy famosos en el km 88 y otros sectores. A veces, centenares de mineros operan como verdaderos esclavos de estos señores del oro, el diamante y el coltán. El plan a instrumentar pretende reivindicar y humanizar al pequeño minero, haciéndolo actor digno de un proceso asociativo con el Estado, e incluso, pagándole a precio justo el material que puedan arrimar a las plantas industriales, con una filosofía de ganar-ganar.
El problema con las etnias indígenas no es que serán desplazadas, esto ya ha ocurrido en muchos sectores. El fenómeno del desplazamiento indígena comenzó en la IV república, recordemos los documentales del cineasta Carlos Azpurua. Precisamente entre Los Pijiguaos y Puerto Ayacucho, donde se establecieron las misiones evangelizadoras "Nuevas Tribus", territorio de la formación rocosa granito de Parguaza, y dimos a la luz pública en 2009 la explotación ilegal del coltán. En esas tierras de haciendas privadas, custodiadas por colombianos paramilitares desmovilizados, los indígenas eran esclavizados en las excavaciones para encontrar el coltán. Las nuevas tribus no vinieron para enseñar el evangelio, vinieron por el coltán, y a privatizar territorios, desalojando a la familia indígena, o colocándolos a su antojo en el tráfico minero, aprovechando sus conocimientos sobre la topografía.
A veces muchos de quienes hablan desde Caracas sobre la vida social en el Arco Minero, piensan que ese territorio está como cuando la llegada de Colón, deberían darse un paseo de cierto tiempo, para que observen detenidamente lo que allí ocurre.
La única forma de cambiar esta realidad es con una fuerte intervención del Estado, que reivindique a las etnias indígenas y las integre con dignidad y trabajo al disfrute de las riquezas que ancestralmente custodiaron, y sacándolos de la situación de esclavitud en la cual están muchos de ellos.
d) "…El proyecto Arco Minero significa comprometer el futuro de las nuevas generaciones que no tendrán de que vivir, porque todo se habrá acabado, y todo para salvar una Revolución que dilapidó el ingreso petrolero (mentor tras bastidores el ex-ministro Sanz, según la intelectual Irma Barreto, aporrea.com 08-05-2016, 10:16 am)..."
Si para que las generaciones por venir tengan algún futuro promisor -según estos intelectuales- los recursos naturales del Arco Minero deben permanecer en el subsuelo por 100 o 200 años más, pobre de nosotros y de esas nuevas generaciones.
Digamos primero que tales recursos no se convertirán en riqueza aprovechable si no se extraen y se transforman industrialmente. Hasta ahora, con su explotación irracional e ilegal, artesanal y contaminante, se han hecho ricos a muchos fuera de las fronteras nacionales y los de aquí han seguido viviendo en la pobreza. Siglos de saqueo no han podido acabar con las reservas mineras, por qué habrían de extinguirse ahora, cuando pretendemos aprovecharlos de forma más organizada, racional y para reivindicar a las generaciones presentes.
A veces alguna gente se coloca bajo situación de sospecha cuando defiende lo que a todas luces es indefendible. Quien abogue por lo que hoy existe en la geografía del Arco Minero, más allá de que lo haga de buena fe, terminará sirviendo a los oscuros intereses que han prevalecido en esa región donde Dios colocó todo lo que el ser humano necesita para vivir, pero igual, donde las miserias humanas, (la codicia, el saqueo y el crimen) se han desplegado con todas sus fuerzas destructoras.
La responsabilidad de nuestra generación es aprovechar estos recursos, transformándolos mediante el trabajo en riqueza para crear las condiciones materiales que aseguren la vida de las generaciones que vendrán. Crear industrias, reparar el daño ambiental, crear un fondo de ahorro intergeneracional, proteger lo que esta virgen, refundando lo nuevo donde hoy existe caos, horror y saqueo.
En el futuro nos enjuiciarán no por haber hecho lo propuesto en el proyecto Arco Minero, sino por no haber hecho nada frente al horror actual. Además, procurar los recursos económicos y financieros para que los venezolanos de hoy vivamos en condiciones dignas, no constituye un atentado contra nadie, en definitiva los pueblos viven de lo que tienen y pueden aprovechar. Sacrificar las expectativas presentes por las expectativas del "futuro" es algo a lo que nadie, en su sano juicio, querrá someterse.
Es como cuando a veces escuchamos el lugar común de que las generaciones de los próximos 500 años tendrán o podrán vivir del petróleo, quienes así piensan olvidan algo muy sencillo: si en este planeta asediado por los efectos del cambio climático y el irracionalismo de las potencias desarrolladas, los seres humanos de hoy atamos las esperanzas de quienes sobrevivan en ese tiempo, 300 o 500 años, en el petróleo o los minerales, todos estarían condenados irremediablemente a estar muertos. Ignoran que al petróleo le quedan no más de 100 años, porque el dilema al que ya nos enfrentamos es: o la energía fósil o la vida humana. Quienes abrigan la esperanza de que se pueda continuar viviendo del petróleo en más de 100 años, desconocen que si eso llegara a ocurrir no habría planeta tierra, por tanto, no habría especie humana.
En mi caso, tengo la absoluta convicción que el proyecto del Arco Minero será el último intento serio de que Venezuela ponga orden en un territorio privilegiado de lo que queda del planeta tierra. Por eso me cuento entre los más optimistas propulsores de este proyecto, perfectible, claro que sí, abierto a las críticas para construir nuevos caminos, pero con la claridad de que el tiempo se agota miserablemente.
De modo que no soy "mentor tras bastidores" sino visible y abierto exponente -con el conocimiento de causa que me otorga haber sido Ministro del Comandante Eterno Hugo Chávez, y puesto empeño práctico y teórico para el conocimiento de todo ese hermoso territorio- de la impostergable necesidad vital, histórica, de que el Estado venezolano ejerza control real para explotar y aprovechar los recursos que la naturaleza o la providencia sembraron en esa región.
26 de agosto de 2016.
Posdata: Espero la invitación al debate serio y esclarecedor. El día, la hora y el lugar.