Si aquí volviera a ocurrir otro 11 de abril, Venezuela se vería de nuevo con las manos atadas para enjuiciar a los culpables ante los organismos internacionales. Ya nos pasó; y es por ello que la Asamblea Nacional, sabiamente, amplió el espectro de los estados de excepción (¡que existen en todos los países del mundo!) hasta la suspensión, fundamentalmente, de la “libertad de información”.
Y es que nuestra experiencia golpista, terrorista, fascista y criminal de los años 2001 y 2002, donde la burguesía local mostró de lo que es capaz, tuvo como mayor aliado la poderosa maquinaria desinformativa y manipuladora con que ella cuenta.
¿Quién va dudar en este país que ante otra escalada del imperialismo habría que cerrar, de cuajo, a Globovisión, RCTV, Circuito Radio Venezuela, Meridiano Televisión, El Universal, El Nacional, 2001, etc.?... Ya yo me puse de acuerdo con Ricardo Monsalve, Hindú Anderi, Enrique Maestre, Maleida Marcano Rivas, Yamil Calles, Julio Lattan, Angélica Arráiz, Richard Peñalver, Blanca Ehckout, William Castillo, Idalia Monasterios y Mario Silva, para cerrar por la fuerza esos medios en caso de que al Estado le llegase a temblar el pulso.
Y Lo peor no fue que dejamos impune a todos estos bárbaros que arremetieron contra el pueblo; sino que ante los organismos internacionales aparecieron ellos como los buenos y nosotros como los malos. Y ello por un detalle: El Estado venezolano no tenía (y aún no la tiene, hasta que se apruebe la reforma) las herramientas jurídicas para desmontarle a esos sectores el discurso manído de la “libertad de expresión”, porque no fue posible en ese entonces limitar a esos medios por vía de la declaratoria de la excepción.
Por ello (y también porque en esos organismos de mierda la que manda es la derecha reaccionaria) han prosperado las demandas contra Venezuela; sólo que al buscar las pruebas no se consigue ni a un solo funcionario del gobierno atentando contra los derechos humanos, sino que todo fue obra de Gustavo Cisneros, Roberto Alonso, Pérez Recao, Medina Gómez, Alberto Federico Ravell, Carmona Estanga, Leopoldo López, Carlos Andrés Pérez, Molina Tamayo, Capriles Radonski, Juan Fernández, Ramírez Pérez, Alfredo Peña, Henry López Sisco y Enrique Mendoza.
Quien conozca a la derecha fascista, de la cual forman parte también Yon Goicochea, Fabiola Colmenares, Julio Borges, Oscar Pérez, Leopoldo Castillo, Nitú Pérez Osuna, Antonio Ledezma, Oswaldo Álvarez Paz, Iván Ballesteros, Gerardo Blyde, y toda una camada de opositores de primera línea, sabe que ella jamás se rinde, y que volverá con métodos más brutales, aunque quizás más quirúrgicos, para liquidar a la revolución bolivariana.
“¡No hemos visto nada!...”, exclamó la guerrillera cumanesa Dolores “Mamá Tía” Rosales, cuando expectante reaccionaba a los intentos del fascismo sucrense de liquidar, casa por casa, a cada uno de los dirigentes chavistas, al día siguiente del 11 de abril; listado que se hizo, asombrosamente, en la mismísima iglesia Santa Ana de Caigüire, donde el que gobierna es uno de los más acérrimos seguidores de Adolfo Hitler: El padre Marcelo Rivas. (¡Créo en Dios Padre!...).
Por ello, camaradas, debemos ir por el mundo explicando que los estados de excepción incorporados a la reforma en el artículo 337, son una herramienta de defensa contra el imperio criminal que se enseñorea en nuestras tierras, y jamás contra un pueblo al que defenderemos hasta con nuestras propias vidas, y al que jamás se le ha tocado “ni con el pétalo de una rosa”, como lo ha demostrado Hugo Chávez en sus nueve años de gobierno.
¡Somos liberadores, no opresores!... ¡Contra el fascismo asesino del 11 de abril, viva el 337 de la reforma constitucional!...
(jeramedi@yahoo.es)