Como dijera el poeta, hoy, cuando "la era está pariendo un corazón",
sigue sobre el tapete el tema de la libertad de expresión, como excusa
oportunista, interesada y tergiversada de los agentes del mal, los
protagonistas del odio quienes pretenden hacer uso y abuso de este
sagrado derecho humano, vinculándolo con un simple "negocio", que
representa el cese de la concesión del espectro radioeléctrico al
canal RCTV.
Los disociados están en ebullición una vez más. La intolerancia hace
de las suyas e intenta, nuevamente, dividir, confrontar hermanos,
enturbiar las relaciones y llenar de intolerancia las apreciaciones
colectivas.
Este será un nuevo intento fallido, seguros estamos de ello, porque
quien no actúa con la verdad, jamás podrá obtener el éxito o alcanzar
nobles propósitos. No obstante, debemos hacerle frente a estas
posturas para contrarrestar las secuelas de la disociación.
Con amor, como lo hicimos en campaña; casi con frenesí; con paciencia;
tolerancia y creatividad, estamos obligados a manejar las acciones de
los violentos mediáticos, de los llorones de las pantallas (o
pantalleros llorones, como les guste más), de los títeres locales del
imperio, de esos, nuestros queridos disociados a los que no podemos
dejar solos.
El telón bajó. Terminó esta escena. Unos minutos después subió
nuevamente para mostrarnos a nosotros mismos, reflejados en la nueva
televisora de servicio social. Tves, somos nosotros.
No es un eslogan, no es una oferta publicitaria, es un hecho cierto,
obligante por mandato constitucional, pero además es un acontecimiento
trascendente que, para terror de ellos, y me refiero a todos los que
están acostumbrados a la explotación del público, visto apenas como
consumidores, la nueva televisora nace con ganas, nace semejante a su
gente, nace parteada por millones de almas y conciencias llenas de
esperanzas que esperan construir, todos los días, con el sudor de su
frente y con sello particular, el modelo comunicacional que nos
merecemos.
No obstante, debemos considerar las secuelas del odio, sabemos sus
orígenes y fines últimos, pero debemos tomar medidas para evitar que
los agentes del mal sigan penetrando la mente y el corazón, ya
estropeadito, arrugadito, lleno de curitas y hasta partido de algunos
sectores sociales.
Con el frenesí que nos caracteriza, con la alegría que nos define, con
la diversidad que nos fue legada, debemos hacer un ejercicio de
encuentro, una especie de sesión terapéutica colectiva para
contrarrestar los efectos del odio. Debemos diseñar acciones para
atender a nuestros disociados, que aún cuando son efecto del odio de
los agentes del mal, como siempre, son abandonados a su suerte, luego
de ser utilizados como carne de cañón, como "tontos útiles" de quienes
hasta ahora se creyeron dueños del mensaje, no solo de los medios,
sino dueños del país, dueños de los presidentes, dueños de la casta
política corrupta de la IV República, por eso ha dolido tanto, perder
tanto poder.
Creemos que otra TV es posible y lo vamos a demostrar. Recordemos que
la revolución, como decía el Che, es una profunda transformación del
hombre, de su conciencia, de su cultura, costumbres, valores y
hábitos. Ese es parte del trabajo de esta nueva televisora que, como
lo ha dicho Lil Rodríguez, nació con muchos sueños y tiene toda una
autopista de expectativas por recorrer.
Tves es inclusión, es un verbo conjugado que, si Dios, los hombres y
las mujeres de esta tierra queremos, pondrá fin al viejo vicio de
sacrificar una televisión de calidad por un concepto donde solo se
considera el factor audiencia, donde el público no es otra cosa que un
"cliente" consumista deformado e irracional, manejado a interés y
antojo de unos pocos, dueños del mercado.
Queremos que Tves, así como cuidará el contenido y valores de la
programación, salvaguarde la ética en el ámbito de la publicidad.
Basta de mujeres objeto para vender hasta crema dental. Basta de una
televisora donde entretener es ofender, donde divertirse implica
rondar los riesgos de la pornografía o erotismo sin límites, donde el
único destino del mensaje es convertirnos en algo que no somos,
igualarnos a manera de caricatura con culturas bien alejadas a
nuestras particularidades latinas.
Queremos que Tves sea además factor clave de este ejercicio
terapéutico que estamos obligados a emprender para sanar corazones,
aliviar el alma y calmar el despecho de aquellos pobres ciudadanos y
ciudadanas utilizados vilmente como protagonistas de esta nueva
campaña de disociación.
Mientras Marcelito se recupera, para seguir haciendo negocios, porque
eso es lo que le interesa a ese señor y los otros, los lacayos, arman
sus partidos políticos o se arriman a los cascarones vacíos de los que
ya existen, buscando ahora convertirse en "líderes de papel", en
muñecos inflados a fuerza del dinero mal habido llegado de las arcas
de quienes, desde distintos frentes trasnochados, actuando al margen
de la Ley, solo piensan en subvertir el orden y consiguen en el norte
los cobritos, como dicen los maracuchos.
Invoquemos a los poderes creadores del hombre, convoquemos a los
poetas, busquemos incluso los recursos que este hermoso sincretismo
religioso que nos ha caracterizado como pueblo para ayudar a nuestros
disociados.
Y repito, son nuestros a pesar de ser creación de otros. Son nuestros,
porque a esta Patria la queremos con toda su gente, con su diversidad,
con su pluralidad, con sus divergencias, hasta con sus "locos
loquitos" y los ciegos políticos que siguen empeñados en darse contra
las paredes, incapaces como son de interpretar el sentimiento de las
mayorías pobres, de los excluidos de antes que hoy se ven
reivindicados por un gobierno, un proceso y un proyecto revolucionario
que aún tiene grandes retos por afrontar y viejos vicios por
erradicar, pero que cuenta con un sentimiento colectivo que inspira,
que orienta y que no permitirá que se pierda el camino.
La Patria es el Hombre dijo Alí, nosotros agregamos, también la mujer
es Patria y Tves nació mujer.
natachainatti@gmail.com