“Sigo creyendo en la utopía…”
Ernesto Cardenal
He notado no con poca preocupación, las opiniones que se han venido publicando en Aporrea. Sobre todo una en especial; y es la de una presunta actitud prepotente de quien escribe esto, hacia los colectivos, que derivaría en la falta de humildad y sencillez por haberme dejado arrastrar por las circunstancias del apoyo obtenido por las bases en Carabobo.
Primero que nada, me veo obligado a precisar que esa es una apreciación emanada de los medios de comunicación utilizados por la oligarquía en la región, quienes desde mi entrada en el escenario preelectoral para elegir a los candidatos para la gobernación y alcaldías, me tildaron de paracaidista, agente perturbador del partido en Carabobo, haber propiciado un fraude e, incluso, haber sido seleccionado a dedo por el Comandante Hugo Chávez.
Para remate, el pasado sábado se emitieron unas declaraciones que, en mi humilde opinión son bien infantiles, en las que se me acusaron de “NO TRATAR BIEN A LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN PRIVADOS”, cosa que –viniendo de quien las hizo-, me ha fortalecido la idea de continuar haciendo de la verdad un arma implacable en contra del fascismo y la traición.
Yo no soy el más indicado para afirmar si soy prepotente o si me he dejado arrastrar por las mieles del poder, pues no creo en el poder manipulado a punta de realazos, prebendas, de cúpulas o negociados y mucho menos en el poder individual, que es producto de las desviaciones que incluyen al narcotráfico en sus financiamientos. El único poder posible en una sociedad socialista lo ejerce es el pueblo, pues quienes estamos bajo el escrutinio popular para ocupar cualquier cargo de trascendencia, estamos obligados a ser SERVIDORES y nunca servidos. La herencia dejada por la IV Republica y que, lamentablemente, algunos han imitado por la falta de compromiso con las directrices del Comandante Hugo Chávez, es nefasta y en nada contribuye a la construcción de la Patria Socialista. Es por ello que le dejo al pueblo concluir si mi actitud va acorde con sus intereses o si me he desviado de sus objetivos.
Para mi y creo haber recogido en el pueblo esta inquietud, el problema principal que debemos resolver en Carabobo, es la influencia del narcotráfico en todos los sectores de la población y lo digo con la mayor responsabilidad, pues de este flagelo derivan muchas de las taras que atentan contra el colectivo, incluyendo su perversa influencia en lo social, en lo económico, en lo educativo, afectando todos los estratos sociales hasta convertirse en un problema que no dudo en calificar de SEGURIDAD DE ESTADO, pues el objetivo que persiguen las mafias que han sido penetradas por el narcotráfico, es vincular al Presidente, Comandante Hugo Chávez, con el tráfico de drogas y aplicar el PLAN PANAMA para derrocarlo y juzgarlo internacionalmente. De allí que sea tan necesario establecer los niveles de trascendencia de este problema y pasar por encima de las mezquindades, de los proyectos personales, de la política miserable y abocarnos a los intereses de las mayorías que son, al fin y al cabo, la única vía posible en la revolución bolivariana. Imaginen pues, camaradas, cuántos intereses estaríamos tocando y los recursos mil millonarios que en este momento se están invirtiendo, incluyendo la contratación de sicarios, para evitar que la revolución se consolide en Carabobo.
Por otro lado, efectivamente, la labor de gobierno en Carabobo debe sustentarse sobre los proyectos que generen los consejos comunales, las organizaciones sociales, las comunidades, siempre acordes con un plan previo de servicios que no afecte a las comunidades consolidadas. Más bien, dirigidos a optimizar los servicios ya establecidos y que la mejora en la calidad de vida sea objetivo común de todos los sectores que han sido excluidos en Carabobo. La transferencia del poder al pueblo es fundamental para cristalizar estos proyectos y, no es menos cierto, que la conciencia y moral socialista debe ir a la par con la consecución de las escuelas de formación ideológica en todas las parroquias, municipios y comunidades, pues es deber revolucionario saber a ciencia cierta hacia dónde vamos y cuáles son los valores que nos motivan a construir una sociedad de iguales, antiimperialista, humanista, solidaria y dedicada en su mayor expresión al ser humano.
No tengo alma de traidor. De hecho, prefiero desaparecer de la faz de la tierra a ser comparado con los que han traicionado al pueblo y al Comandante Hugo Chávez. Lo he afirmado en varias ocasiones: Nunca he sido ambiguo en mis opiniones y nunca me verán sentado en GLOBOVISION despotricando contra la revolución o argumentando estupideces en contra del proceso bolivariano. Si algo puedo decir con absoluta convicción, es que no he sido, ni soy, ni seré, partidario de posiciones tibias cuando se trata de hacer la revolución y en defensa de mis principios. Los principios no se negocian. Quizás por ello caigo mal en algunos sectores e, incluso, he sido calificado de intransigente por otros, pues me asquea la adulancia y no tengo otro compromiso que el que reside en el pueblo. Esto último sin maquillaje, intrínsecamente ligado a mis orígenes y con un profundo respeto por las masas. De más está decirles que no es un cliché al que acudo para ser favorecido en las próximas elecciones.
Solo el pueblo salva al pueblo y del pueblo depende esta revolución. Por ello y a sabiendas de la difícil jornada que se avecina, tengamos la capacidad de interpretar a los medios de comunicación privados y a quienes utilizan sus espacios para defender lo indefendible.
Hice un llamado vehemente a la unidad de todos en esta lucha. Eso si: hago mías las palabras del Comandante Hugo Chávez: “Si usted viene a hacer dinero, quédese del otro lado y no entorpezca a quienes soñamos con un mundo mejor. Si viene convencido de hacer la revolución, aquí están nuestros brazos, nuestro corazón y nuestra voluntad para construir la Patria Socialista”
Patria, Socialismo o Muerte… VENCEREMOS!!
msilvaga@yahoo.com