Debemos pensar en la Venezuela después del virus y las consecuencias de las medidas tomadas por el trío y sus cómplices metidos a brujos. ¿Cuáles serán las secuelas éticas, psicológicas y cuál la situación económica luego del virus? Reflexionemos.
Es evidente que un virus no se enfrenta como se combate una invasión, con medidas militares. Está claro que a la cúpula que nos gobierna le falta humildad para declararse ignorante en asuntos epidemiológicos, y le falta la valentía, la honradez de convocar a una junta de expertos que los asesore. Cometen el mismo error con el que enterraron a pdvsa, se metieron a brujos sin conocer la hierba.
En esta situación la prioridad, además de lidiar con el virus tal como lo recomienden los expertos, debe ser la salud mental de la población, una sociedad no se puede congelar llevada por el miedo sin producir consecuencias mentales profunda. ¿Cuantos días pasarán hasta que comiencen a aparecer los síntomas psicológicos de una ciudad sitiada, sin información, sin explicación, sin consciencia de sociedad, conducida sólo por un miedo insensato? La situación es de alto riesgo psíquico. Los psiquiatras deben estar asustados. Veamos.
El gobierno, pragmático como es, se aprovecha de cualquier acontecimiento para alimentar su propósito central: permanecer. Y es claro que con el virus obtiene una gran ventaja, pero a costa de un alto precio. Es verdad que consiguió arrinconar a guaidó, dejarlo sin política, no sabe qué hacer. Ahora maduro tiene una buena excusa para todos los problemas, resolvió lo carencia de gasolina, la falta de medicina es culpa del fondo monetario que no ayuda, un país congelado no come, no gasta, no protesta, por ese lado pueden dormir tranquilos en miraflores… pero, ¿por cuánto tiempo?
El inconveniente es que un país no se puede congelar y cuando le apetezca al gobierno sacarlo de la nevera; paralizar a un país tiene profundas consecuencias psíquicas. Se transita en los límites del pánico. El otro problema es que la cuarentena deja el país en manos de los militares, en este momento el presidente es padrino, los demás son monigotes sin capacidad de ejecución. El asunto es cómo recogen de nuevo a los militares, ya lo dijimos en otro artículo, el golpe de facto es una realidad.
La psiquis de la cuarentena ya se está manifestando, y van sólo tres días. Hay conatos de peleas en los mercados, acusaciones de transmisores del virus, miedos a los humanos, distanciamientos entre los individuos, miedo al roce, miedo al prójimo. Y el humano es un animal social, ya lo dijo el griego, y eso no es cualquier cosa, el hombre aislado se enferma de la mente, enloquece. No tarda en aparecer un culpable que sea objetivo del miedo, culpable de la transmisión; ya asoman las acusaciones, algunos dicen que es un arma gringa, otros acusan a quienes no tiene mascarilla. Después que aparezca este culpable del miedo vendrán las acciones contra ese objetivo y allí la sociedad estará caotizada. En una sociedad caotizada prospera la crueldad, la ley de la selva de concreto. El orden social sólo se podrá restituir con una gran represión.
Es necesario impedir la situación arriba descrita, para eso deben salir del gobierno cuanto antes los incapaces que nos conducen al caos. Se debe formar un gobierno creíble, respetado, que devuelva la tranquilidad a la población, que la dote de razones sagradas para resistir. Este nuevo gobierno debe convocar a una junta asesora, científica, que devuelva el sosiego a la población, que explique. Esta solución no debe tardarse, no se puede esperar que la situación se agrave, no se puede dejar la solución en manos de la cruel represión, que sería inevitable…