Que el fraude electoral jamás se olvide.
El proceso emancipador boliviano, encabezado por el Presidente Evo Morales Ayma, está siendo ferozmente combatido por el imperio norteamericano y por los oligarcas a su servicio, empleando en ello todo el arsenal de tretas y artimañas del vademécum de la CIA, tan socorrido y conocido por la historia de nuestros países. En el caso boliviano están aplicando la fórmula chilena con el agregado de la fórmula Kosovo. En concreto, arman toda una campaña destinada a desprestigiar al régimen emancipador y nacionalista, usando los grandes medios de comunicación masiva a su servicio, a lo que suman acciones económicas para provocar carestía en los bienes básicos, tal como hicieron con el régimen socialista de Salvador Allende; además se nutren del ingrediente étnico, tan conflictivo en la Bolivia actual, para intentar la segregación regional, al estilo de lo practicado en la ex Yugoslavia para romperla (balcanización) mediante intentos de independencias vestidos de autonómicos. Según la estrategia, los departamentos que concentran la riqueza del país por su dotación de recursos naturales, en los que se concentra el poder de la minoría blanca o europea, están en condición de forzar al régimen nacional para obligarlo a respetar sus privilegios oligárquicos. Se busca provocar la caída del régimen nacionalista o, en último término, la segregación.
Afortunadamente, la Agencia Central de Inteligencia del gobierno yanqui (CIA por sus siglas en inglés) es cada vez menos inteligente y muestra una muy escasa capacidad de innovación; se reduce a la aplicación literal de recetas viejas. Por ejemplo, la fórmula Kosovo, que contó con la complicidad de la Unión Europea, la aplica en Bolivia donde la Unión de Naciones de Sudamérica (UNASUR) no sólo no le acompaña, sino que se manifiesta en pro de la democracia representada por el gobierno legítimo de Morales y contra la segregación regional. Hay todo un mar de diferencia.
También está errada la CIA al confundir el manejo conciliador y pacifista del gobierno boliviano, considerándolo como debilidad. Desde luego, Evo Morales no cuenta con los grados de libertad con cuenta el gobierno bolivariano de Venezuela, con sus enormes recursos petroleros y con la adhesión de las fuerzas armadas a su proyecto de revolución, pero administra con sabiduría el poder de la mayoría indígena de la población boliviana. Sabiduría, por cierto, que es producto de más de quinientos años de resistencia. Evo se sabe poseedor de la razón y cuenta con la justicia de su lado, en tanto que también sabe que el enfrentamiento directo sólo llevaría a la guerra civil, generando los argumentos para la intervención del ejército, que no necesariamente sería a favor de la verdad y la justicia. El régimen se manifiesta conciliador, mas no anodino; sostiene el proyecto de nueva constitución, construido sobre bases democráticas y con contenido emancipador y pluriétnico; avanza en el proyecto de recuperación de la soberanía sobre los recursos naturales, principalmente del petróleo y el gas; aplica medidas tendientes al bienestar social, particularmente en educación y salud, y promueve una cautelosa pero firme reforma agraria para eliminar el pernicioso latifundismo. Medidas todas, por cierto, provocadoras del descontento de los privilegiados de siempre.
En parte como producto de la inducción de la mano negra de la CIA y también por la convicción estratégica de la izquierda extrema, se le exige al Presidente Morales mayor energía revolucionaria, quisieran borrar de un plumazo la propiedad privada e instaurar un régimen socialista extremo; condicionan el respaldo al régimen en función de ello. Pretenden ignorar que la mejor forma de invalidar un proceso emancipador y reivindicatorio es provocar su desfase respecto de la realidad imperante.
El referéndum autonómico convocado por la oligarquía del Departamento de Santa Cruz y realizado el pasado domingo 4 de mayo, devino en un importante fracaso para sus promotores, puesto que no lograron legitimar sus objetivos. La consistencia en la calificación de ilegal y anticonstitucional, corta de raíz la posibilidad de reconocimiento internacional a su resultado, lo que sería un elemento de altísima peligrosidad. La respuesta de repudio popular manifestada tanto en Santa Cruz como en casi todo el país, fortalece el soporte democrático del gobierno de Morales y muestra el músculo para advertir a los oligarcas que, de persistir en su intento, provocarán un incendio del que serán los primeros perdedores, además de ofrecer un desmentido a la información dolosa de la prensa opositora.
El panorama no se presenta fácil para los hermanos bolivianos, por lo menos durante los meses que le quedan a la administración del loco Bush, pero cuenta con la solidaridad de los pueblos y de la mayoría de los gobiernos latinoamericanos. Hoy la solidaridad es arma que cuenta más que nunca.
Por cierto que, en el fondo de las cosas, nuestra lucha por el petróleo nacionalizado es la misma que hoy se da en toda la América Nuestra. Demos y merezcamos solidaridad.
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