¡Ganamos!... Pero no los demolimos… ¡Menos mal!


¡Ganamos!...

Las elecciones del domingo 26S arrojaron unos resultados que no dudamos en considerar como gananciosos para el proyecto bolivariano; como han reiterado muchos compatriotas 98 no son menos que 65, obtuvimos una ventaja holgada por encima de los 83 diputados que se requieren para mantener la mayoría simple en la Asamblea Nacional. Ciertamente no alcanzamos la mayoría calificada de las dos terceras partes (110) pero evidentemente mantenemos la influencia en el Poder Legislativo Nacional de la estructura del Estado, llamado a cumplir una función bien importante en la dinámica política del porvenir.

Como han apuntado algunos analistas internacionales, que tienen la ventaja de poder observar los hechos políticos con menos apasionamiento que quienes estamos inmersos directamente en la ¡candela!, alcanzar estos resultados, al cabo de once años de gobierno, con todo y el desgaste que eso implica, es un avance extraordinario. Indica, indiscutiblemente, una gran fortaleza política que expresa cuanto se ha avanzado en la construcción de la nueva hegemonía cultural en la sociedad venezolana. El planteo socialista se hizo con toda claridad y contundencia de tal manera que los más de cinco millones de electores que optaron por los candidatos bolivarianos asumieron plenamente que lo hacían por el socialismo, por el socialismo del siglo XXI, por el socialismo bolivariano. Y ello, visto en términos estratégicos, no es cualquier cosa, por el contrario, es la reafirmación de la asunción por parte de una porción muy significativa, mayoritaria, de venezolanos, de la propuesta socialista y antiimperialista que encarna la fuerza bolivariana en nuestro país. Avance que se puede medir, más aún, si se aprecia que en esta lid de carácter legislativo no estaba en juego la candidatura del comandante Chávez, probado catalizador de la emocionalidad de las grandes mayorías populares venezolanas; de haber sido así, no nos cabe la menor duda, la diferencia de la opción bolivariana hubiese sido notablemente superior.



…Pero no los demolimos…

Si, ciertamente, avanzamos, ganamos… pero no los demolimos. Los resultados electorales también arrojan que la fuerza de la derecha obtuvo una significativa representación en el Parlamento Nacional, recuperando espacios que los opositores se habían autocercenados en la oportunidad de las elecciones parlamentarias precedentes en la que de manera torpe e inmadura, que es su característica en la práctica política, decidieron abstenerse.

En esta oportunidad obtuvieron 65 diputados con los cuales pretenderán obstruir la gestión del gobierno bolivariano propiciando, de esta manera, las condiciones para el desarrollo de sus planes estratégicos, bien, en función de apuntalar su opción electoral con miras a las elecciones presidenciales del 2012 o, bien, orientados a la implementación de sus propósitos golpistas o desestabilizadores o, en todo caso, la combinación de ambos, pues si algo ha tenido claro, históricamente la derecha es el principio de la combinación de diversas formas de lucha y de organización para alcanzar el poder; el imperialismo yanqui tiene mucha experiencia acumulada en estas lides y, por supuesto, la viene aplicando en nuestro país de manera sistemática.

Estos resultados electorales opositores son expresión de un conjunto de factores, algunos de carácter interno, inherentes a su condición de fuerza política – ideológica y otros de carácter externo atribuibles, en gran medida, a las fallas y desviaciones de los propios sectores revolucionarios. Entre los de carácter interno habría que resaltar la existencia de un saldo histórico político – social definidamente identificado con el planteo capitalista de vida, pues son los sectores que venían usufructuando desde siempre al país, los deudos o viudos de la cuarta república, a los cuales hay que agregar otros sectores de venezolanos aun influenciables por los aparatos ideológicos del sistema de dominación que continúan teniendo incidencia en el imaginario colectivo de nuestro pueblo, en lo fundamental el religioso y el comunicacional. A todo lo cual hay que sumarle el apoyo de la derecha internacional con sus inconmensurables recursos económicos, políticos, tecnológicos y comunicacionales cuyas acciones y efectos ejercen repercusión al interior del país.

Pero, al fin y al cabo, estos factores internos, intrínsicos a su condición de fuerza opositora de derecha, siempre han estado allí, con los que han venido lidiando las fuerzas revolucionarias desde que se instauró el gobierno bolivariano; representando ambas fuerzas dos proyectos antagónicos, el opositor, difuso y antinacional, capitalista adscrito al área de influencia imperialista estadounidense y, el otro, el proyecto bolivariano, socialista, nacional, integracionista y humanista.

En cambio, los factores externos a la derecha que tuvieron incidencia a favor de sus resultados están relacionados directamente con la propia dinámica del proyecto bolivariano tanto a nivel de la gestión gubernamental como a nivel de la práctica partidista. Un partido, que como el PSUV, dirigido desde el gobierno con muy pocas posibilidades de desarrollar su función crítica y contralora, sin planes propios y limitada su capacidad y potencialidad para impulsar el desarrollo político – organizativo de los movimientos sociales, del pueblo trabajador, se instituye en un instrumento poco eficaz políticamente y casi nula calidad revolucionaria como para estar a la altura del gran reto que tiene por delante: ser el instrumento para la transformación revolucionaria de la sociedad venezolana.

Por su parte, a nivel de la gestión gubernamental, en diversas instancias, se observan deficiencias teóricas y conceptuales que se sintetizan, en la práctica, en la incomprensión del papel que le corresponde al Estado en la etapa de transición al socialismo, sobredimensionándolo y suplantando al pueblo trabajador como sujeto político activador del cambio social. Para muchos funcionarios, en altas, medias e inferiores posiciones pareciera que conciben el proceso revolucionario como hechura de la acción del Estado, por lo tanto obstruyen y cercenan las iniciativas conducentes a la organización y desarrollo del Poder Popular; para ellos el poder no es pueblo organizado autónomamente es, más bien, el poder concentrado en y desde el Estado, generando una desviación burocrática que ya comprobadamente ha hecho de las suyas en otras experiencias históricas revolucionarias. A todo ello hay que agregarle la acción solapada pero extendida de la quinta columna con su nefasta estela en todo los intersticios de la República Bolivariana.

La conjugación de todos estos factores producen una resultante que es la decepción y el aislamiento popular, que de allí al abstencionismo solo hay un paso, que, lamentablemente, se puso de manifiesto en estas elecciones cuando dos millones de electores que sufragaron por el comandante Chávez, en el 2006, optaron por la decisión de abstenerse.

Por supuesto, si estas fallas y desviaciones no son solventadas se corre el peligro, entonces si, de acentuarse una tendencia que puede llevar al traste el experimento revolucionario bolivariano. La contrarrevolución esta allí a la espera, como caimán en boca e` caño.

…¡Menos mal!

Por eso sostenemos, menos mal que no los demolimos, porque estos resultados permiten que afloren las fallas, errores y desviaciones que están carcomiendo a la revolución bolivariana.

A nuestro entender lo que se impone es abrirle cause al debate franco y abierto, al análisis descarnado de las rémoras que en nuestro frente interno están entorpeciendo y perjudicando el proceso de cambio revolucionario.

No se trata de desatar una cacería de brujas, se trata es de abrir los canales de participación de las bases, del pueblo militante en la discusión y en la toma de decisiones que de la misma se desprenda.

Un partido de masas, como el PSUV, con un propósito decididamente revolucionario, inspirado en el bolivarianismo, en el marxismo crítico y en el cristianismo popular liberador tiene que caracterizarse por una gran capacidad innovativa que haga posible que millones de militantes se articulen, consciente y organizadamente, para abrirle paso a la marcha triunfal de la esperanza del pueblo venezolano y, por extensión, de los pueblos Nuestroamericanos.

*Miembro de la coordinación nacional del Movimiento Social de Medios Alternativos y Comunitarios

(MoMAC).

miguelugas@gmail.com


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Miguel Ugas*

Miembro de la coordinación nacional del MoMAC

 miguelugas@gmail.com

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