El hombre que vimos esta madrugada en la alocución presidencial, Hugo Rafael Chávez Frías, dio al mundo una lección de dignidad, de coraje, de valentía. Pero, además, dio también una lección de fortaleza al pueblo que le ha seguido durante estos años, ese mismo pueblo que le ha acompañado en tantas victorias y que lejos de confrontar al victorioso, se fue a su casa triste y compungido, a descansar un rato para levantarse hoy con el mismo ímpetu, con la misma alegría, a continuar la batalla.
La victoria, pírrica, pero victoria al fin, le hacía falta a un oposicionismo que hace casi 10 años que no ve luz. El propio Presidente examinó los numeritos y constató, no sin dolor, que su reforma acaso fue malentendida también por el pueblo chavista. No obstante, es significativo saber que el oposicionismo ha crecido poco, que mantienen casi la misma base de apoyo de hace tres elecciones pasadas, que “ni pa’tras ni pa’lante”, pues y eso, a su vez, debe llamar a la reflexión a quienes esta madrugada, sin un atisbo de humildad, pedían la cabeza de Chávez y maldecían su mandato libremente, con plena libertad de expresión, como siempre. En medio de su euforia no se han dado cuenta de que han crecido, camaradas, y en esta oportunidad, el presidente Chávez, con una valiente propuesta de cambio de estructuras, puso en el tapete que tal vez no estemos listos aún para el socialismo. De modo que esa victoria también la empujó el Presidente Chávez, quien ha venido alentando y dando sentido a la existencia de esta gente.
Fue una campaña breve, una consulta sobre algo tan importante, de tantos contenidos, acaso necesitó de más tiempo para digerirlos. Pero también, Chávez, el hombre de las dificultades, enfrentó otra vez batallas mediáticas nacionales e internacionales contra verdaderos imperios. La oposición, apátrida, se cuadró con el Rey de España, sin darse cuenta de que él también los mandó a callar a ellos. Se cuadró también con Uribe, otro cachorro del imperio. No importa: allí están los resultados, las pruebas de vida de los rehenes de las FARC. En fin, fueron muchos sucesos que sirvieron de antesala a un referendo difícil.
La conclusión más sabia es que la abstención definitivamente favoreció al NO. La alta votación que se abstuvo, refleja con creces el resultado exitoso de 2006. De los casi 7 millones de votos que obtuvo el Presidente ese año, 3 millones y más se quedaron en la intención.
Si algo influyó en este proceso electoral es que los referendos arrastran, aquí y en cualquier parte del mundo, una alta abstención. Pero además, en el caso de Venezuela, para muchos que no apoyaban la reforma, especialmente los artículos provenientes de la Asamblea Nacional, les tranquilizó el hecho de que el presidente Chávez seguiría en Miraflores. Esta premisa fue utilizada sabiamente por la oposición, que ahora enfilará sus baterías hacia el revocatorio presidencial.
Los resultados anunciados por el Consejo Nacional Electoral establecen que en el Bloque A, la opción del NO obtuvo 4.504.354, con 50.70% de la votación. La opción del Si, obtuvo 4.379.392, con 49.29%, con una abstención del 44.11%
En el Bloque B, la opción del NO obtuvo 4.522.332, con 51.05%. La opción del Si obtuvo 4.335.136 con 48.94%.
Estos numeritos demuestran que funcionó el “Sí-Sí”, levemente menor para el Bloque B, y el “No-No” levemente mayor para el mismo bloque, lo cual significa que la Asamblea Nacional sigue teniendo rechazo dentro del mismo chavismo.
La oposición cambió la estrategia sobre la marcha. Mandó a votar a final de la tarde cuando se dieron cuenta de que la diferencia era pequeña, para retrasar los resultados, buscando, como ya es costumbre, la confrontación.
El pueblo, Chávez y Lucena
Pero este final de fotografía (y no podía ser de otra manera) beneficia al proceso revolucionario, y enaltece al Consejo Nacional Electoral. Tibisay Lucena se creció en esos minutos finales. Tenemos tres protagonistas en esta jornada, dignos de un reconocimiento público y mundial: el pueblo chavista, el presidente Chávez y Tibisay Lucena.
Estos actores han enterrado definitivamente la falsa matriz de opinión de que en Venezuela las instituciones las tiene confiscadas Chávez y de que el sistema electoral es inseguro, poco transparente y fraudulento. El pueblo que comenzó celebrando temprano en la tarde, asumió su derrota y tragó grueso. Las “hordas” no se fueron a arrebatarle el triunfo a nadie y dieron muestras de madurez política y de conciencia profundamente democrática.
Por lo demás, esta victoria de la oposición legitima aún más las victorias anteriores del presidente Chávez, y deja en tela de juicio las denuncias que llovieron por parte de los voceros adversos que han intentado empañar el liderazgo indiscutible del Presidente que tenemos.
Es un orgullo ser venezolana, es un orgullo ser protagonistas de todos estos cambios. Pero además es un orgullo tener como Presidente de este país a Hugo Chávez.
Y no es posible dejar de pensar en la historia. En esta hora en la cual se impone el análisis, necesario es interpretar los hechos y asumir con hidalguía los errores cometidos pues ninguna derrota es huérfana.
En su Manifiesto de Cartagena, documento fundamental donde Bolívar analiza las causas de la pérdida de la primera república, leemos: “El soldado bisoño lo cree todo perdido, desde que es derrotado una vez, porque la experiencia no le ha probado que el valor, la habilidad y la constancia corrigen la mala fortuna”.
Hay mucho por hacer. La revolución sigue construyéndose. Avancemos sin dilación hacia la hora cumbre de nuestro desarrollo integral como país. Por ahora, los objetivos no fueron alcanzados, pero hacia allá iremos. ¡Venceremos!
