Se cometería tremenda bolsería, si conociendo la conexión del alcalde peregrino Ledezma con la red criminar del terrorismo, el Estado venezolano no hiciera lo suyo. No hay excepción en nuestra legislación que actué como patente de corso, y que permita que cualquier delincuente chantajee la justicia alegando que es integrante de la oposición, y peor aún que se trate de un agente perteneciente al ala terrorista. Como es sabido, la computadora de Rodolfo Pedro González Martínez, alias “El Aviador” aportó suficientes elementos de convicción que comprometen al Alcalde Metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma; Froilán Barrios; el concejal del municipio Sucre, Darío Ramírez; el dirigente político, Pablo Medina; Milcar Fernández; Rosmy Mantilla – recientemente detenido en un allanamiento- quien poseía sobres con dinero dirigidos a la guarimba en los sectores donde están los campamentos. Primera pregunta que cualquier ciudadano sensato se haría: ¿Vamos a esperar que sean más de cuarenta los muertos por actos terroristas de Ledezma, María Corina Machado y Leopoldo López? También cabe preguntarse: ¿Están o no obligados los cuerpos de seguridad a garantizarnos el derecho a la vida, así como el respeto a nuestros bienes? ¿O será que por pruritos nos vamos a resignar a vivir en una especie de tierra de nadie, donde no se conozca el imperio de la ley?
Equivocan el sentido del dialogo quienes sostienen que el gobierno exhorta a la concertación porque se siente débil e incapaz de mantenerse en el ejercicio del poder. El dialogo no es una negociación entre tahúres que buscan repartirse un pastel, sino una actitud responsable y magnánima de una revolución que apuesta a la paz puesto que no tiene inclinación por el fascismo. En fin, el dialogo es una oferta que el gobierno brinda a los equivocados que llevan años abordando los atajos de la inconstitucionalidad.
A simple vista se evidencia que el país de manera mayoritaria se opone a que sea un bolsiclon y cobarde como Antonio Ledezma que se atreva a desafiar al poder popular. Y que conste que nunca como ahora, los venezolanos habíamos dado lección de ponderación y heroica paciencia para no responder con la energía que caracteriza a los pueblos cuando se sienten indignados.
Quien a vuelo de pájaro se pasee por la embrollada historia contemporánea sabe perfectamente que Ledezma, es un inmoral de marca mayor, que como gerente público ha resultado maula, y que además todos conocen su oscura trayectoria como uno de los más rastreros adláteres del asesino Carlos Andrés Pérez. ¿ Acaso el balance negativo de su pésima actuación al frente de la Alcaldía Metropolitana, no es que el de Alfredo Peña, de quien se sabe que por lo menos escribía sus disparatados discursitos, sin auxiliarse de Mugiquitas como el caso de Ledezma, quien alquila plumarios que terminan arrastrándolo a que haga papelón de bufón de la corte.
Esperamos que la administración de justicia haya aprendido la lección de los casos en que la sentencia resultó ilusoria. Por ello aspiramos a que sea ágil y oportuna, pues ya estamos alto de que se repita el bochornoso espectáculo de Patricia Poleo, quien dejó el pelero sin responder por su participación en horrendos crímenes. Qué el Ministro Rodríguez Torres decida no polemizar con un fatuo aspirante como Ledezma que se desinfló por carecer de personalidad propia, eso lo haría cualquier ser humano que esté en sus sanos cabales. Y porque conocemos la vida oscura del secretario oficioso de Cecilia Mato, los ciudadanos decentes entendemos por qué razón el Ministro de Interior, Justica y paz, no va a rebajarse respondiéndole a uno de los más reptiles celestinos de CAP. Por algo dicen que a palabras necias, oídos sordos.