Ahora mas que nunca es imprescindible comunicar, predicar, y sobre todo difundir las virtudes del hombre nuevo, por encima de las lacras y los vicios que han envilecido a la humanidad por siglos, que han eclipsado tantos sueños, tantas iniciativas de cambiar el orden establecido, y sobre todo que han apagado la luz y la vida de tantos lideres.
La humanidad entera ha sido testigo, de cómo lideres auténticos han sido traicionados por adulantes de oficio, por mediocres de profesión, por traidores sin escrúpulos y cómo el ideal que alumbraba su pensamiento fue empantanado y aniquilado sin misericordia.
Jesús de Nazareth, el más auténtico revolucionario de todos los tiempos, no pudo escapar a tales designios, sus detractores usaron todas las artimañas para parar y destruir su obra, y por si fuera poco, fue asesinado, ante los ojos del mundo. Yo creo, que todavía la humanidad no ha asimilado y entendido semejante crimen. Jesús, el Nazareno, fue atropellado, brutalmente golpeado y torturado y finalmente asesinado con las armas de la época y nadie, absolutamente nadie fue ajusticiado por tal magnicidio.
Una vez mas, las fuerzas de la reacción al cambio, transformaron este histórico asesinato en algo que tenia que ocurrir, quitándole así el verdadero significado de tan horrendo crimen, obnubilando a sus seguidores para que aceptaran los sucesos como algo divino. De esta manera, la muerte de Jesús, quedó impune ante la justicia universal.
La Historia como hija legitima de la experiencia, es testigo de muchos hechos similares, y abriga en su seno innumerables ejemplos, donde la ambición y la avaricia han cercenado la vida y obra de muchos pensadores. Séneca corrió con la misma suerte, Sócrates murió mejor que él, y ambos más dignamente que Jesús. Son las tres grandes muertes de la historia.
La historia de nuestro país, no escapa a tal infortunio. Simón Bolívar, el más ilustre de los americanos, murió victima de sus perseguidores que lo llevaron a las puertas del sepulcro, y terminó perdonándolos. En los últimos minutos de su vida, pensaría él en Sócrates? en Jesús? No lo sabemos, pero lo intuimos por su pensamiento, cuando dijo” Jesucristo, Don Quijote y yo, los tres grandes majaderos de la historia”.
Pero, lo que nos lleva a este articulo, no es solo recordar tales hechos históricos, no es solo repetir frases celebres para la sapiensa de los venezolanos, tenemos que asimilar, digerir y sobretodo interpretar la historia, para que tales hechos no se repitan, y podamos coronar con éxito lo que comenzó hace siete años. De otra manera, nuestros lideres terminaran diciendo, “Hemos arado en el mar”.
La revolución bolivariana, máximo sueño de los excluidos de siempre, esperanza de una mayoría que históricamente ha sido expoliada de sus derechos más esenciales, también está expuesta a este flagelo, que ha sobrevivido a lo largo de los siglos. El Presidente de la república ha alertado en reiteradas ocasiones sobre tales peligros. Los vicios que aniquilaron las anteriores repúblicas, se reproducen cual células cancerigenas, y se esparcen por el espacio social como un virus mutandi.
Ya el mas grande Físico Teórico de todos los tiempos, Albert Einstein, alertaba también sobre el mismo tema; “Es mas fácil desintegrar el átomo, que depurar los prejuicios enraizados durante siglos en la conciencia humana”.
Como ven, nuestro más grande enemigo en esta revolución bolivariana, no es la oposición moribunda, ni los golpistas agazapados, ni el Imperialismo decadente, sino los vicios históricamente enraizados en la conciencia de muchos venezolanos, materializados en la corrupción, el burocratismo, y la apetencia por el poder.
El poder, sobre todo este virus, que incrustado en el pensamiento de muchos latinoamericanos, condujo a la tumba a Bolívar, hizo morder el polvo de Berruecos al Gran Mariscal de Ayacucho, envió al destierro a Manuelita Sáenz, apagó la luz de la revolución federal con el asesinato de Ezequiel Zamora, y si no luchamos contra él, nos arrasará cual vulgar epidemia.
Entonces, para preservar, dar continuidad y salvar la revolución, esta debe pasar de ser meramente económico-social, a una Revolución Cultural donde se exalten las virtudes del ser humano y se entienda verdaderamente que la igualdad, la libertad y la fraternidad son los resortes que impulsan a las multitudes y acorralan la avaricia, la adulancia, la envidia y sobretodo la mediocridad, para que el hombre nuevo reemplace al mediocre, como magistralmente lo describía el filosofo José Ingenieros; “El hombre mediocre, es aquel que cruza el mundo a hurtadillas, temeroso de que alguien le reproche la osadía de vivir en vano como contrabandista de la vida”.
Cuando Bolívar sentenció, “Mis enemigos me han perseguido hasta conducirme a las puertas del sepulcro”, no se refería solamente a los enemigos declarados y confesos, también a aquellos que al final lo traicionaron por ambición y por intereses propios.
Eso esta presente también ahora, y no por eso debemos desanimarnos, al contrario, tenemos que armarnos con la fuerza de la razón, para depurar a la revolución bolivariana de los fariseos y farsantes que encubiertos bajo el manto del “proceso”, pisotean la dignidad y la pureza de muchos jóvenes que han hecho suyo el proceso de transformación que lideriza el Comandante Chávez en Venezuela.
Con lo anteriormente expuesto, voy a permitirme denunciar con la fuerza de Bolívar, Sandino y Marti, la humillación a que fue victima una joven en nuestra cancilleria, porque se atrevió a rebelarse contra ese comportamiento burócrata y aristocrático que caracteriza a algunos empleados públicos. Hago esto, porque aparte de ser mi deber como ciudadano y como revolucionario, es también un deber moral y considero que no debe quedar impune, porque cuando alguien se mete con nuestra sangre, se esta metiendo contra lo mas sublime de nuestro ser, y debemos condenarlo, cuéstenos lo que nos cueste.
Ana Karina Avancini, recién graduada en Ciencias Políticas, ingresó a la cancillería llena de sueños, de ideales de juventud, abrazando la causa revolucionaria y haciendo suya la lucha por una nueva diplomacia y una nueva Venezuela. Trabajó con el Viceministro William Izarra, contribuyendo a la estructuración del Despacho del Viceministro para Asia, Medio Oriente y Oceanía. Lamentablemente, con el nuevo Viceministro, quien a mi juicio es la reencarnación del burócrata y la caricatura del aristócrata en su más amplia descripción, no tubo la misma suerte, este no pudo aceptar, que existieran jóvenes a los que tenía que oír e intercambiar ideas. ¡No hablo con subordinados!, fue su primera reacción cuando los Jóvenes ávidos de conocimiento se dirigían a él. Rápidamente estableció separación entre el “jefe” y sus subordinados, cual cuarto republicano. Este señor ni siquiera habló con aquellos jóvenes, ni les dió responsabilidades por más de un mes, hasta que salió de ellos sin ni siquiera entrevistarlos.
Ana Karina, con su joven espíritu rebelde, le hizo ver que ese era un comportamiento no consono con los nuevos tiempos, que era contrario a la conducta del Presidente que habla hasta con los porteros de los hoteles, con los humildes y los excluidos.
Esa osadía le valió a Ana Karina, la expulsión de la cancilleria, argumentando;” ella me irrespetó”. Claro lo irrespetó, no le rindió pleistecia ni se arrodilló ante su poder de burócrata. No contento con eso, saco a Ana Karina de la lista de un postgrado que estaba siendo organizado con la cancilleria cubana, cuando ella ya había sido aceptada académicamente por las autoridades de la institución cubana.
Como ven, están presentes vivitos en todos nosotros, como dice el presidente, los mismos vicios y prejuicios de la cuarta república. Ana Karina no esta desanimada, fué herida en lo mas profundo de sus aspiraciones, pero está ahora con la frente en alto, con su joven pensamiento fijo en nuestra historia, armándose de entendimiento e interpretación, para hacer frente a los fariseos que atentan contra la salud de la revolución bolivariana.
A todos aquellos que le suceda lo mismo, no se desanimen, no denigren de este proceso, que la historia esta llena de estos ejemplos, fueron los mismos que sacaron a Bolívar de Venezuela, los mismos que apresaron a Miranda , los que desterraron a Manuela, los mismos Judas que vendieron a Jesucristo.
Tengamos esperanza, que mas temprano que tarde, el ideal revolucionario decapitará a la mediocridad, entregando su cabeza al juicio de los siglos.
Finalmente, a este señor, le cantaremos como lo hizo Pablo Neruda al Dictador Chileno González Videla cuando promulgó la ley maldita. El canto de Neruda habla por si solo: “Es González Videla, la rata que sacude su pelambrera llena de estiércol sobre la tierra mía que vendió, algún día caerás del árbol y serás el montón de inmundicia que el transeúnte evita pisar en las esquinas”.
Jesús Oswaldo Avancini
jesús.avancini@gmail.com