FreneSí

Todavía recordamos cuando usted Señor Presidente, lanzó su cursi "Mensaje de amor para el pueblo de mi Venezuela", ¡Como gritamos!, ¡Como nos hizo rabiar! En verdad logró desesperarnos y desató toda nuestra furia mediática.

Fue debido a esa desagradable experiencia que, decidimos como los representantes más conspicuos del pueblo venezolano que, fundaríamos para defender la integridad de Patria, amenazada por el populismo y la ordinariez que usted encarna, el Frente Reaccionario de Energúmenos Negados por Entero al Sí, por sus siglas en español: FRENESí.

Con la demagogia que lo caracteriza Señor Presidente, usted ha puesto a estudiar a todo el mundo llevando los niveles de analfabetismo casi a cero es cierto pero, nos ha dejado a nosotros sin servidumbre, lo que nuestros circunstanciales aliados de la clase media mencionan de manera genérica y despectiva como: “Cachifas”. Por favor ¡Frene, sí!

Si usted, Señor Presidente, no hubiese puesto en práctica esa ridiculez sobre ruedas denominado Plan Venezuela Móvil, todos esos recién empleados a los que la bonanza petrolera -con su ayuda “mesma”- está tocando, andarían como lo manda Nuestro Señor en camioneticas, busetas o en metro, y nosotros, no tendríamos por qué aguantarnos semejantes embotellamientos. ¡Jamás óigalo bien, jamás hubiésemos tenido que entrenar al insulso del Henrique Capriles Radonski para que presionara con el tal Plan Pico y Placa!. ¡Por Díos, Frene! ¿Sí?

El haberle colocado cerca de sus casas a los pobres los servicios médicos de primer nivel, es otra de las muestras de su igualitarismo que, Señor Presidente, nos resultan francamente inaceptables. ¡Habrase visto!.¿Cómo cree usted que, nuestros hijos después de haber estudiado tanto, con sus batas impecables, blanquísimas, se van a ir a dormir a esos nidos de delincuentes?. Y ese nombrecito: ¡Barrio Adentro!, ¡Que marginal, Díos!. ¿Por qué no acepta nuestras sugerencias para reactivar la economía y deja de perder dinero en esas tonterías pseudorevolucionarias? Permítales a los pobres seguir con sus vidas felices y despreocupadas, sin medicinas costosas que, probablemente les den reacción. Ellos con sus ramas y sus santos se curan de todo mal que les aqueje. ¡Por Jesucristo, deje de ser intenso y frene, sí!

¡Por supuesto que los estudiantes andan alborotados!, pero todo es su culpa Señor Presidente. Si todos pudieran estudiar, muchísimos venezolanos por deseo propio, se prepararían para la vida, abrirían los ojos y se independizarían de nosotros. Entonces ¿Quiénes nos trabajarían a cambio de salarios miserables? ¿Quiénes manejarán nuestros carros último modelo, quiénes bañarán nuestras mascotas, quiénes labrarán nuestras tierras?, ¿Quiénes nos envidiarían? La rebelión de nuestros hijos no responde a un plan golpista en su contra Señor Presidente, es una cuestión de Supervivencia de Clase. Si usted se sometiera a nuestros designios, si usted aceptara firmar con nosotros una especie de Pacto en el espíritu de Punto Fijo, no tendríamos ningún problema en aprobar su cacareada enmienda. A nosotros no nos importa realmente quien esté sentado en Miraflores; si es inteligente o bruto, si es socialcristiano o socialdemócrata, si es derechista o izquierdista, si es fascista o revolucionario, lo que deseamos es un hombre, llámese usted o cualquier otro que, como los presidentes anteriores, se entretenga con las cuestiones políticas, las giras y los discursos, mientras nosotros nos ocupamos de lo realmente serio, de seguir acumulando capital y fortaleciendo el verdadero poder. ¡El poder del Dinero, en un verdadero frenesí!

¿Para qué insiste usted, Señor Presidente, en proporcionarles alimentación barata, balanceada, de buena calidad y completamente accesible a las clases populares?, ¿No ve que con su iniciativa arruina uno de los mecanismos de explotación más elaborados y sólidos con los que contamos? Nosotros desde antes de la Cuarta República, hemos controlado la importación y la cadena de distribución de alimentos. Dominamos el mercado interno, dictamos las pautas de consumo y regulamos los precios. Si usted se mete con eso, nos golpea el corazón y no pretenderá entonces que, lo dejemos maniobrar en ese sentido. Si la gente come bien, no se enferma. Olvídese entonces de Mercal, cancele los PDVAL, omita esa consigna edulcorada con ritmo de bolero de: ¡Es más que amor Frenesí!

Si la gente ya no se enferma o se enferma menos, y usted Señor Presidente, insiste en seguir construyendo e inaugurando CDI’s y CRI’s, el daño que nos inflinge con su “visionario” plan, afecta a nuestros intereses y a nuestros hijos, entenderá entonces nuestra reticencia a sus propósitos. ¿Que vamos a hacer para recuperar las cuantiosas inversiones que hemos hecho en clínicas y centros diagnósticos si los pobres no los visitan? ¿Qué van a hacer nuestros hijos médicos -que estudiaron gratuitamente en las Universidades Públicas subsidiados por el Estado, que regresaron cargados de postgrados obtenidos en el exterior, gracias a la posibilidad de usar a sus anchas las becas Gran Mariscal de Ayacucho-, para ganarse su sustento?. ¡Esto es un frenesí!

Darle tierras a la gente para que las trabaje es un sueño señor. Si se hicieran productivos todos nuestros eriales, se elevaría la producción, y esto haría caer los precios de los alimentos y de la materia prima, y eso Señor Presidente es inadmisible. Venezuela es el Paraíso que, hemos construido nosotros mismos, en donde las reglas del mercado no funcionan como se esperaría. No estamos dispuestos a permitir que por un Sí, usted permanezca más allá de este periodo y nos arruine la existencia cómoda que llevamos hasta ahora. Abandone su frenesí, ¿sí?

Ya usted Señor Presidente, debe haber notado en la lectura, lo religiosos que somos. Amigos íntimos de nuestros vicarios, les hemos consultado acerca de la interpretación que usted pretende darle a la doctrina de Díos y ni Baltasar, ni Urosita ni Licker han sabido decirnos ¿Cómo es eso de darle la mayor suma de felicidad posible al pueblo? ¿No ve usted, Señor Presidente, el placer innato que tienen los pobres con el sufrimiento? Su gusto por las telenovelas, el goce que experimentan viendo ¿Cuál es la solución?, con cuanta fruición disfrutan del programa de Cristina Saralegui. ¿No nota Señor Presidente el deleite que sienten estos humildes seres, al verse retratados todas las noches, a mediodía, acada rato, en la historia de la mucama que es violada por el señorito de la casa, despreciada por la suegra, encerrada en un manicomio y a quien le es arrebatado su hijo recién nacido, para luego aceptarla a medias en el seno de la familia rica con el único propósito de hacerle la vida de cuadritos? Si las cosas no fueran así –cosa que usted pretende-, ¿De qué vivirían nuestros aliados los intelectuales? ¿Qué va a ser de la vida de Leo Padrón o del gordito César Miguel?, ¿Qué va a pasar con sus bodrios? ¿De qué van a vivir nuestros amigos -Amos del Valle como nosotros-, que ostentan los principales medios de comunicación del país? ¿A quiénes les van a administrar nuestros canales de televisión su dosis diaria de circo, obviamente rociada de múltiples propagandas que, “orienten” el consumo y les digan con qué, cómo y dónde comerse el pan? ¡Sin pobres no se puede vivir! Señor Presidente, contrólese, ¿Frene, si?

Tendrá que vivir los próximos años Señor Presidente, entre cobras, cascabeles y mambas negras, por qué como usted en su delirio imagina, no sólo conspiraremos internamente. Haremos todas las alianzas necesarias con los gobiernos extranjeros que hasta ahora, han subsidiado nuestras actividades subversivas a cambio de su participación en el frenesí posgolpista.

No lo salvaran sus hordas de desarrapados, no le protegerán sus acuerdos con otras naciones. De nada habrán valido la construcción del Cardiológico Infantil o el Metrocable. ¡De que lo sacamos lo sacamos! ¡Por las buenas o por las malas!

Esos ranchos que brotan de los cerros entre la bruma y el polvo, esos rostros macilentos que nimban la orografía de nuestras ciudades, esa sucesión afantasmada de puestos de buhoneros y tarantines de vendedores ambulantes, esa amalgama de desesperanza e ilusión; esos que todavía viven anhelantes de un mañana prospero pospuesto hasta después de ganarse un billete de lotería, se encargarán de hacer el trabajo. Ya nuestro aparato propagandístico los ha inoculado.

Ese murmullo constante acerca de la corrupción de los funcionarios de Estado, ese refunfuñar de los pobres que todavía no han sido atendidos por las instancias y los planes del gobierno, serán la tierra fértil en donde esparciremos la semilla del descontento y a los que agitaremos hasta que su supervivencia se convierta en frenesí ji ji.

Señor Presidente usted tiene los días contados, por eso estamos contentos y proclamamos la victoria del ¡FRENESí, FRENESí, FRENESí!


mujic@ula.ve


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Carlos Pérez Mujica


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