Quien lo iba a
creer, que una banda de asesinos declarados, que tenían autorización
hasta de asesinar a jefes de Estado, ahora se ha convertido en una Academia,
cuyo fin más importante sería el de estudiar el comportamiento económico
de los países de la periferia imperial, lo cual quedaría evidenciado
en el diario informe que le envían al presidente de los EE.UU. En la
primera conferencia de prensa de León Panetta, el miércoles 24, el
nuevo jefe de la CIA, se estrenó con una declaración de lujo, muy
bien pensada y ponderada, en la que afirmaba, con la autoridad que le
daban los largos años de ejercicio en la actividad política y como
jefe del escuadrón siniestro, que según se desprendía de las averiguaciones
que había hecho, “…la inquietud particularmente envuelve a Argentina,
Ecuador y Venezuela", en lo que concernía al desempeño económico
de estos países.
Como el gobierno
argentino pegó el grito en el cielo, rápidamente el señor Panetta
se apresuró a aclarar, dos días después, según lo reporta el diario Página 12 de Buenos Aires , que “Lo que dije no representa la
posición del gobierno de Estados Unidos, pero tampoco la mía personal,
[…] sólo había comentado la opinión que le transmitió
un funcionario latinoamericano […]
Estados Unidos tiene y quiere mantener una buena relación con la Argentina
y no hay explicación para el error que cometí. Me preguntaron de qué
países me habían hablado y respondí
sin pensarlo.” Fue más lejos, en la conversación sostenida con
el embajador argentino en los EE.UU., Panetta, “le dijo que quería
pedirle disculpas a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner”. Evidentemente
llamó al embajador Héctor Timerman para “pedir cacao”.
Se me ponen los
pelos de punta por las revelaciones de este incidente. Siempre habíamos
tenido a la CIA como un organismo muy frío, analítico, despiadado,
etc, etc. Y ahora nos vienen con el cuento de que se equivocan en las
apreciaciones; que las opiniones del jefe de la Agencia “se originó
en el comentario que había recibido de parte de un misterioso informante
extranjero –el jefe de la CIA mencionó a un servicio de inteligencia
latinoamericano–, el cual por supuesto no mencionan por su nombre;
que las opiniones no son las del gobierno, ni de Panetta, ni de la CIA,
sino de “alguien” en “algún lugar” del cual evidentemente
no se quiere recordar.
Lo más gracioso
es que exculpan sólo a la Argentina, pero se abstienen de decir nada
de Ecuador y Venezuela. Seguramente ese informante anónimo de la CIA
no volteó para ningún lado y se olvidó también de mencionar a Brasil,
Colombia y México, países que tienen augurados serios problemas económicos
debido a la crisis económica mundial en curso, según me ha revelado
un informante, alguien que me dijo algo sobre algunos por ahí.
No quiero decir
que Venezuela será inmune a la crisis económica mundial generada por
los excesos naturales del capitalismo moribundo, pero gracias a las
previsiones que nuestro gobierno ha tomado desde hace algún tiempo,
el golpe será menos doloroso para nuestro pueblo. Y no nos veremos
en la penosa situación de León Panatta, la de “pedir cacao”,
que en Venezuela es pedir auxilio, socorro, perdón, disculpas, salir
derrotado, pedir tregua, siendo estas expresiones en un sentido figurado.
De otra parte, “no valer un cacao” es pasar a ser algo nimio,
insignificante. El cacao llegó a ser en la época colonial venezolana
el producto más importante y prestigioso, llegándose a convertir prácticamente
en moneda de curso normal en el país. Al rico de entonces, al mantuano,
al oligarca, se le llamada “gran cacao”. Por la lógica evolución
de las expresiones lingüísticas, “pedir cacao” pasó a
tener diversos significados, por ejemplo, cuando alguien deseaba con
fervor tener poder, hacerse de riquezas, que conllevaba la etiqueta
de prestigio; también la de pedir ayuda, cuando alguien estaba “limpio”
y le urgía hacerse de dinero para resolver alguna situación en la
que estaba comprometida. En lo que atañe a los asuntos políticos,
alguien está “pidiendo cacao” cuando el personaje “está
en la mala”, porque tiene necesidad volver a la situación que
antes tenía.
Un “gran cacao” era en la práctica un banquero, porque el uso del cacao era tan extendido que las mercaderías se negociaban con ese producto. Este era el principal “commodity” de la Venezuela pre-petrolera. Con este término se designan hoy a las materias primas, que son productos que otorgan el derecho del propietario a comerciar con ellos, no para su uso particular, como el trigo, el petróleo, la electricidad; o productos semi-elaborados como la soya, el cobre, la celulosa, la carne vacuna, etc.
Un refrán venezolano
dice que “con humo no se asan jojotos” [choclos, elotes].
No bastan los “buenos” deseos del jefe de la CIA para que
la economía venezolana se derrumbe. Ya tenemos 10 años oyendo a esos
profetas, que nunca pegan una.
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