Si algo han discutido las vanguardias de cambio social antes y después del proceso revolucionario abierto el 27 F de 1989 y que tuvo su otro pico histórico con el fenómeno popular electoral que llevó a Chávez al gobierno, ha sido el cómo resolver los problemas inmediatos y esenciales que siempre han tenido las mayorías de los sectores excluidos por las políticas imperantes y regidas por la lógica del capital. En otras palabras, el cómo avanzar en la Transición Revolucionaria en un país petrolero como el nuestro y en medio de una multiplicidad de poderes endógenos y exógenos contrarios a la Disposición Cambio de un pueblo explotado que exponencialmente acumulaba calamidades en contraste con los groseros privilegios de quienes aún expolian el trabajo y usufructúan las riquezas de la nación.
Referirnos a Febrero de 1989 y su significado, constituye la clave principal de nuestro proceso revolucionario reciente: allí se hace evidente la instalación de la Disposición de Cambio del Pueblo. Los dos últimos días de ese mes marcaron un cambio excepcional en un pueblo que dos meses antes había llenado de votos al candidato de AD: Carlos Andrés Pérez. Los hechos, a pesar de la inmediata masacre y estado de sitio que prevalecían, anunciaban el encubamiento de una ruptura definitiva y postergada que abría paso a una dinámica revolucionaria contra toda institucionalidad burguesa, sobre todo en la institución militar que a sangre y fuego tuvo que detener la Rebelión que hacía correr hacia La Carlota a las familias privilegiadas de siempre. Se instalaba una Disposición de Cambio mayoritaria en el pueblo, que se introdujo en los cuarteles y facilitó las conspiraciones contra el orden existente y que tres años después se expresarían a través de las insurrecciones militares de febrero y noviembre del año 1992. Se había producido una Revolución en la Cabeza del Pueblo que no paraba de provocar cambios por la vía de la movilización se materializaba la consigna de lucha permanente del Febrero Rebelde: ¡No hay Pueblo Vencido! y surgirían en proceso al poco tiempo dos más de carácter programático: ¡Refundación de la República, Constituyente Ya! Todo en medio del ¡Fuera CAP!, de la instalación gatopardiana de un gobierno de transición en crisis, del primer aviso de derrota de la IV República en las Elecciones de 1993 que significó el acta de defunción de los dos partidos principales del estatus y de la lucha por la liberación de Chávez y el resto de los militares insurrectos. Un proceso donde predominan los triunfos, en medio de ensayos, aciertos y errores, que están marcados en su continuidad por esa histórica decisión de la mayoría del pueblo de delegar en Chávez la codireccionalidad del proceso revolucionario: otra clave del proceso y que el propio Chávez la supo capturar cuando se refirió a lo que él es, en medio del huracán revolucionario. De allí, las sucesivas victorias del Pueblo Bolivariano (Chávez cualifica la disposición de cambio con este nombre para referirse al pueblo civil y uniformado). Junto a él desde 1988 hasta ahora se produce no solo un cambio de gobierno en medio de un proceso electoral excepcional, sino un cambio de régimen con la Constituyente de 1999, y en este recorrido acontece un fulminante instante revolucionario que ratifica la segunda clave mencionada de codireccionalidad: la retoma del gobierno por parte del Pueblo Bolivariano el 13 de abril del 2002. Valga también recordar en este mismo sentido, la Jornada Refrendaria del 2004 donde Chávez tuvo que apelar a la capacidad autoorganizativa del Pueblo Bolivariano frente al desastre cometido por los distintos comandos de campaña del MVR y sus aliados, quienes en su equivocado papel de "operadores políticos" le huían a una conquista progresiva, constituyente y soberana sobre el ejercicio más democrático de la Constitución. De aquí otra clave que cualificó el proceso revolucionario: su carácter Constituyente y Refrendario, ejercicio al que la derecha del gobierno y la opositora le huyen como "el diablo a la cruz".
II
Partamos de reconocer que estamos crudo en el Proceso de Construcción Consciente de una Direccionalidad Revolucionaria.
En este punto es importante precisar
- En 1999 estábamos incapacitados programáticamente para aprovechar el más alto envión del proceso revolucionario que habíamos acumulado desde el año1989, una fase extraordinaria del proceso con tres hechos descomunales de carácter revolucionario: el cambio de gobierno, el cambio de régimen constitucional y la entrada en escena de la experiencia constituyente popular que anunciaba la derrota de la constituyente hemisférica neoliberal que ya había tenido un recorrido en el continente con los acuerdos económicos en el marco de los Tratados de Libre Comercio (ALCA). Un alerta en este sentido fue el escrito Socialismo o Barbarie de Istvan Meszaros, donde demuestra la imposibilidad y el error de transitar una Tercera Vía.
- En el 2002-2003 continuábamos con ese déficit que nos hizo colocar por debajo de los picos más altos de disposición de cambio del Pueblo Bolivariano. Estos dos años, que casi parecieron una década, se convirtieron en una fase principalísima del proceso donde se produjo la más aguda confrontación de clases jamás vista en nuestro historia contemporánea. Ni la dirección contrarrevolucionaria pudo cerrar el proceso ni la dirección del gobierno estuvo a la altura de su defensa, solo la disposición de cambio del pueblo, ahora Pueblo Bolivariano con nombre y apellido, civil y uniformado, mantuvo el cauce del proceso y fabricaba revoluciones a lo interno del mismo. Chávez inicia el viraje antiimperialista y la orientación socialista.
- En el 2004, con el Referendo Revocatorio perdimos otro ascenso de masas para profundizar el proceso, pero que sin embargo se extendió hasta la nueva victoria presidencial del 2006.
- A partir del 2007 entramos en la fase de desgaste: el látigo de la contrarrevolución no conspiraba abiertamente y se movía con letales métodos sutiles, principalmente, aprovechando su viejo estado y cooptando funcionarios del gobierno que evidenciaron alianzas en maduración, que se terminaron de encubar en el 2008 y que se expresaron en la crisis financieras y en los hechos de corrupción e impunidad del 2009 y 2010. En este último año de manera natural brota la crítica al fenómeno burocrático que constituye la otra cara de la personificación del capital y que coloca en tensión la capacidad regenerativa del proceso revolucionario.
A grandes trazos se constata, en este itinerario histórico, la falta de una direccionalidad rigurosamente revolucionaria que orientara, impulsara y delegara poder en las bases del proceso para recorrer la Transición Revolucionara, un período excepcional de ebullición y de grandes multitudes revolucionadas dispuestas a profundizar el proceso. No tuvimos la capacidad, la conciencia ni la audacia para direccionar la transición revolucionaria junto al Pueblo Bolivariano, un pueblo genialmente adelantado en sus acciones e intuitivamente preciso en sus conclusiones. Ni siquiera en el 2007, cuando no se pudo reformar la Constitución, fuimos capaces de interpretar su síntesis anticipada de las 3R: ¡Limpieza y más Revolución! Una orientación brillante surgida de la base y en medio de una derrota que ameritaba no solo un gran debate autocrítico con cambios cualitativos de carne y hueso, sino que exigía esencialmente empalmar con la inmensa voluntad de cambio que comenzaba a mermar numéricamente, pero objetivamente reversible dentro de un plan que tuviera como protagonista principal al Pueblo Bolivariano y una política ligada a las tareas de la Transición Revolucionaria.
No es nuestra intención lacerarnos con lo que pueda tener de objetivo el párrafo anterior. Más bien resaltamos la inmensa potencialidad que aún queda de Pueblo con Disposición de Cambio para reconstruir el debate franco y abierto sobre las deficiencias objetivas que tenemos en cuanto a construcción consciente de direccionalidad revolucionaria y el Plan destinado a recorrer los cambios que amerita una Revolución en los límites nacionales, pero sin perder de vista nuestra inserción continental e internacional: terreno donde el Socialismo del Siglo XXI cobra sentido y donde todo Gobierno Revolucionario ejecuta su accionar y legisla para pedagogizar a lo interno y externo del país para impulsar las luchas de los pueblos que viven de su trabajo contra el sistema global capitalista.
III
Valga la pena, entonces, algunas precisiones para el debate en cuanto a la Direccionalidad y la Transición Revolucionaria:
1. Capital vs. Trabajo: el sentido y ubicación en todo proceso revolucionario
"...por tanto, la producción capitalista solo sabe desarrollar la técnica y la combinación del proceso social de producción, socavando al mismo tiempo las dos fuentes originales de toda riqueza: la tierra y el ser humano en cuanto trabajador"
Carlos Marx, Tomo I, El Capital, la Plusvalía Relativa.
Después de la Primera Guerra Mundial se pudo constatar la capacidad del capitalismo de mantener su dominio a través de la destrucción de fuerzas productivas, fuerzas construidas en su época progresiva con relación al viejo modelo feudal. Este primer genocidio humano y ambiental montado sobre revoluciones tecnológicas en función de la guerra abre otra época: la época de decadencia del capitalismo y de su imposibilidad de preservar la vida de la humanidad y el planeta, pero al mismo tiempo la época de las luchas revolucionarias de los pueblos que no tienen salida en el marco del viejo modelo internacional imperante. Vivimos la época en que todo lo que construye la Fuerza de Trabajo de la Humanidad, bajo el modelo de Acumulación Privada del Capital, viene siendo destruido permanentemente en función de la preservación del propio sistema de explotación y donde, contradictoriamente, el propio Trabajo constituye el principal factor y víctima de la sobrevivencia del Capitalismo. No hay guerras sin las mercancías para la muerte que produce el Trabajo Alienado. En VENALUM nuestros trabajadores producen mayormente perfiles de aluminio para la guerra, nuestro petróleo contribuye en parte a la movilidad de las flotas de guerra de EE.UU. y de la OTAN, los ahorros y salarios futuros de nuestros trabajadores (fondos de pensiones) van a parar a un Sistema Financiero Internacional delictual que acaba de quedar en evidencia ante la estafa que perpetró con papeles basura y que introdujo el gran capital con el aval y alianza de todos los entes financieros del mundo. Estos son hechos generalizados internacionalmente, es el denominador común del desastre inherente a la lógica del capital que cometen sus dueños producto de su propia crisis terminal y que conducirá a mas guerras y a más expoliación de recursos limitados para la vida, pero en paralelo, también provocarán el crecimiento exponencial de las luchas de los pueblos y que tenderán a unificarse para defenderse de la acción demencial de un sistema en decadencia que produce cada vez más rasgos de Barbarie. La clave global del Socialismo la da el propio Marx para dejar atrás la prehistoria humana: "desarrollar la técnica y la combinación del proceso social de producción sin socavar al mismo tiempo las dos fuentes originales de toda riqueza: la tierra y el trabajador". Tamaña tarea de armonizar por primera vez de manera consciente las fuerzas productivas es una tarea de direccionalidad política global ("La Crisis de la Humanidad es su Crisis de Dirección") y constituye un reto colectivo de todo proceso revolucionario nacional. Vivimos procesos de cambios, los pueblos en sus luchas y en sus revoluciones van inconscientes marcando el rumbo, objetivamente no tienen salida en el marco del Capital y no cesarán de demostrarnos su capacidad e insistencia de rebelarse permanentemente, porque no morirán por inanición esperando "dirigentes revolucionarios", quemarán políticamente las direcciones que no estén a la altura de resolver radicalmente sus necesidades inmediatas y continuarán su experiencia hasta madurar, con o sin ayuda, sus propios organismos de dirección. Estamos en los últimos estertores del Capitalismo en su inconsciente locura de imponernos la Barbarie: la liquidación de la Humanidad y el Planeta.
2. La necesidad de demoler el Estado Capitalista
"La Ley de las leyes-la Igualdad: sin ella perecen todas las garantías, todos los derechos."
Simón Bolívar, Congreso Constituyente de Bolivia
Todo proceso de cambio revolucionario está atravesado por la confrontación entre lo viejo y lo nuevo, en el fondo se produce una disputa entre lo corruptible y lo incorruptible. Lo primero es esencial a la Acumulación Privada de Capital y todas sus formas de estados, porque todas legitiman ese "derecho y legalidad" que se ha heredado históricamente y que los hace clase dominante. Hoy viven sus tiempos de degeneración, no hay estado nacional que no esté inoculado hasta los tuétanos de su entramado de operadores políticos-económicos quienes mueven a su antojo el tinglado existente de leyes e instituciones a su favor, es decir, el Régimen, el Estado Capitalista y ese invento de Justicia que "legitima" su esencia delictual. Desde Obama hasta Hu Jintao están supeditados a esa lógica del capital y sus dueños. El predominio de la cultura del capital, que es su expresión más acabada en cuanto a los niveles de alienación que ha implantado, hace perder la capacidad de asombro. La voracidad depredadora del sistema capitalista global que casi es orgánica y pareciera moverse por sí sola, los conduce a operaciones de estafa inimaginables que hacen temblar los presupuestos de los estados, pero también a crisis permanentes que son cada vez más recurrentes y peligrosas. Ahora, más que nunca, la Nación - Estado como "territorio y expresión soberana de su población" está supeditada a la injerencia arbitraria del Capital y de su genocida forma imperial. El cinismo es tal, que toda estafa global va acompañada de salvamientos con dineros públicos y sin ningún rubor se impone la "socialización de las perdidas y la privatización de las ganancias". Con la escalda de la desigualdad y el crecimiento del polo de la miseria los levantamientos, insurrecciones, huelgas y protestas se exponencializan y llevan en su seno un intuitivo proyecto emancipatorio de Igualdad y un componente Incorruptible, cada vez más consciente, que en las primeras de cambio choca contra el Estado Capitalista, en esencia, con su caricatura de Justicia que responde al Derecho Burgués. Siglos de estafas en un instante revolucionario nos trasparentan la alienante Justicia, potencialmente mercantilizada para la preservación del Dios de la propiedad privada y la manipulación del poder, incluso el más noble, que tiende a degenerarse por ese hilo natural inherente al Capital que todo lo corrompe y lo hace impune. Podríamos decir ahora como ejemplo y tomémoslo de manera intencionalmente escandalosa: no es Makled, es el Estado Capitalista. Mientras más nos apartemos de los cambios radicales y de las posturas revolucionarias se cometerán más errores. No creemos en este Estado Capitalista, ni en su falsa justicia burguesa que es sinónimo de corrupción e impunidad. Este Estado le sirve a pillos y bandidos, como le sirvió a Uribe y a Santos el Estado colombiano. Hoy este Estado, en su forma degenerada actual, se desenmascara y transparenta su compatibilidad para anidar en su seno el acompañamiento de cualquier corrupto experimentado, constituye un terreno institucional permeable a esas nuevas razones mercantiles potenciadas y derivadas de la empresa privada, llámese narcotráfico, trata de blancas o de órganos humanos, trasnacionalizadas, que son expresión de la barbarie y que han logrado ser factor de financiamiento de opciones políticas en procesos electorales y hasta poder en gobierno locales, regionales y nacionales.
No hay "emprendedor" capitalista ni burócrata tensionado por el capital que no termine bebiendo en las aguas de la corrupción, y esto es así, más que nunca, porque hoy impera en el mundo la lógica especulativa legalizada del capital, es decir, la Estafa: detrás de ella el pillaje moderno en búsqueda del botín de guerra. De lo primero ya tenemos experiencias constatables, lo segundo constituye una amenaza deliberada y, contradictoriamente, seguimos con un Estado que debilita y corrompe nuestras defensas. Ir a una nueva institucionalidad revolucionaria que desmantele el viejo estado capitalista es la tarea objetivamente postergada por falta de una direccionalidad política madura. Asimilar autocríticamente esta carencia sería un salto cualitativo en la trayectoria fundamental de todo proceso revolucionario: la Defensa del Proceso Revolucionario frente a las amenazas y ofensivas del Capital a las que estamos sometidos. Y tenemos que hacerlo con las claves históricas y las últimas surgidas del proceso. Direccionalidad y Proceso Revolucionario tiene que ser consustancial a la Movilización Permanente del Pueblo Bolivariano, haciendo uso de lo más progresivo que nos dimos como régimen en la actual Constitución: procesos constituyentes, refrendarios, masificación de la contraloría social y de la producción, desmercantilización de los sectores donde se concentran los bienes y servicios dirigidos a resolver las necesidades inmediatas de la población, concepción del pueblo en armas en fin todo un ejercicio de gobernabilidad revolucionaria desde abajo que de surgimiento a una nueva institucionalidad revolucionaria para garantizar el blindaje y defensa del proceso. Si el Estado Capitalista venezolano fue fundado sobre la base de traiciones para imponernos la dictadura de una minoría privilegiada, ahora nuestro proceso debe Refundar la República para crear las Nuevas Instituciones y recorrer la Transición Revolucionaria sobre la base de la gobernabilidad revolucionaria de las grandes mayorías que abrieron y defienden permanentemente esta experiencia emancipatoria que trasciende fronteras nacionales. En el fondo la lucha se reduce a la Lucha por la Igualdad, inherente a los procesos revolucionarios y, seguramente, de ser victoriosa, levantará una Justicia opuesta al derecho burgués, pero siempre esta lucha permanente está sometida a una lógica de hierro: o la conquistamos todos o nos continuarán derrotando en el intento.
Con todo respeto y desde otra óptica, creemos imprescindible continuar y provocar saludablemente este debate.
¿Surge un embrión de Sujeto Constituyente Revolucionario en España, Europa y los Países Árabes?
Imposible que la última estafa del gran capital evidenciada en el 2008 quede incólume, menos aún la continuidad del pillaje expresado en la ofensiva de un capitalismo en crisis que pretende seguir asesinando la humanidad y el planeta sobre la base de la impunidad y el robo descarado a los pueblos del mundo. Las respuestas multitudinarias a los verdaderos capos, las mafias corruptas del gran capital, se encadenan y trascienden continentes: movilizaciones, insurrecciones y miles de protestas crean una crisis de gobernabilidad en los poderes constituidos: locales, nacionales, regionales e internacionales. Todas las instituciones creadas por la lógica del capital y su cultura alienante comienzan a ser jaqueadas por su pérdida de credibilidad, se inserta en proceso un cambio en la cabeza de la gente, de los habitantes de una parte importante de las regiones del mundo y que se convierte en dinamo de todo un proceso movilizador-transformador: la Disposición de Cambio se instala en proceso como hecho objetivo.
Escribo desde la experiencia revolucionaria que vi, viví y vivo en estos últimos 22 años de movilización en curso en Venezuela. El Caracazo de 1989 reflejó un salto descomunal en la conciencia de nuestro pueblo frente a las medidas de ajustes económicas de carácter neoliberal que hoy reedita el capitalismo en el mundo, en dos días de insurgencia el pueblo selló el acta de defunción de los 40 años de alternancia socialdemócrata y socialcristiana que precedieron la Revolución de Febrero. Allí surgieron las consignas que caracterizaban la situación que se vivía y su continuidad programática: No hay Pueblo Vencido y Refundación de la Republica, Constituyente Ya. Comenzaba un aprendizaje colectivo constituyente que daba forma a otro poder frente al poder constituido, que hoy persiste, que se niega a ser enterrado y cobra fuerza debido a la ignorancia de una dirección política burocrática que desprecia la genialidad intuitiva del pueblo cuando cobra consciencia de su rebeldía transformadora y marca direccionalidad política en los momentos de peligro, eso que se hace carne y hueso como poder originario, soberano poder y sujeto constituyente revolucionario. Si alguien aprehendió esto fue Chávez, quien fue el más adelantado en interpretar las Claves de Febrero y cabalgar el proceso venezolano, de allí la dirección delegada en él por el Pueblo Bolivariano, nombre con el que marcó al pueblo civil y uniformado y cuyo protagonismo como sujeto colectivo nadie puede objetar en este último tramo de la historia de luchas en Venezuela. Retomar el rumbo es su disyuntiva y, también, la de nuestro sujeto constituyente que se ha pretendido invisibilizar.
Disposición de cambio, sistema asambleario constituyente, poder constituyente y nuevo régimen anticapitalista
No sé si pasaran meses, años o décadas para que en los pueblos de Europa y de los Países Árabes se cualifiquen aún más sus movilizaciones y logren coronar cambios constituyentes. La arrogancia del poder imperialista infundirá terror ante su propia debilidad y la necesidad de detener el "gran desorden" que genera la rebeldía de los pueblos. En Venezuela duramos 10 años y con dos insurrecciones militares en el medio para arribar a la Asamblea Constituyente después del Caracazo: produjimos un cambio de régimen insuficiente, en medio de un retroceso de las vanguardias de izquierda que giraban a la derecha por la pérdida de sus referentes y sin la ventaja de hoy donde el capitalismo, como nunca, enseña su esencia corrupta y su codicia cada vez más implacable. El pueblo de Honduras cumplirá en junio dos años en su intento de un Referendo Constituyente que le costó un golpe de estado monitoreado, precisamente, por el Departamento de Estado. Bolivia estuvo al borde de una guerra civil y a Ecuador de vaina no le asesinan al Presidente constituyente.
La instancia más democrática normada por los Estados Capitalistas se convierte ahora en una salida terrorífica para las burguesías nacionales y los imperios. Frente a la falta de credibilidad de las instituciones constituidas que actúan en total impunidad, surge la Democracia Extrema, Directa y de Calle con todo el inmenso protagonismo, participación, radicalización y violencia que le imprimen los pueblos movilizados, se empieza a prefigurar el Sujeto Constituyente Revolucionario, el Poder Soberano o Poder Constituyente Originario que pasa a ser el enemigo más peligroso del Capital y de todas sus instituciones creadas para mantener su dominación. Nace y empieza a madurar un doble poder: el constituyente en aguda oposición al constituido. Todo lo viejo o constituido comienza a ser jaqueado desde la calle, en debate constituyente asambleario, en permanente movilización y articulación masiva, las cuales se adecuarán para responder en cualquier terreno que imponga el poder constituido.
En Venezuela fuimos a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC), el objetivo era producir una Nueva Constitución (1999). Nos quedamos cortos. En Caracas y otras ciudades importantes del país, previo al Referendo que convocaba a la ANC, confluimos en una instancia de Asamblea Constituyente Popular, un organismo de debate y acción de movimientos sociales y frentes constituyentes, donde apreciábamos la presencia de un doble poder, en confrontación en todo el país y que meses antes garantizó la llegada de Chávez al gobierno. Esta caracterización nos llevó a percatarnos de la necesidad de construir la propuesta de un Sistema Constituyente que superara la sola instancia de la ANC, que nos permitiera ir más allá y contraponer a todo poder local (parroquia-junta y municipio- alcaldía) y regional (estado o gobernación) la correspondiente asamblea y poder constituyente que permitiera Refundar la República desde abajo. Hoy podríamos convencernos de su correcta formulación, porque este sistema nos iba a conducir no solo a un gran debate constituyente en una instancia nacional sino, también, a un inmenso ejercicio de gobernabilidad revolucionaria y constituyente desde las bases, desde abajo, en un proceso de desconstrucción de los poderes constituidos de carácter local y regional del actual Estado Capitalista. La ANC y su objetivo de formular una nueva constitución significó un avance importantísimo, pero lamentablemente decapitó el carácter permanente del proceso constituyente que testarudamente insiste en hacerse presente, de manera débil, en las universidades, en las experiencias embrionarias de control obrero y nuevo modelo de gestión productiva, en los medios de comunicación, en la organización de los trabajadores, etc.
El autor es miembro de Marea Socialista