Claridad versus oscuridad

Pasadas las elecciones a la Asamblea Nacional, el PSUV habrá de disponerse continuar con su proyecto socialista, que es el único proyecto nacional serio que tiene parcialidad política alguna hoy en Venezuela, porque sin ningún tipo de elaboraciones que pudieran conformar un cuerpo de ideas o proyecto serio de transformación auspiciosa para una Venezuela aún poco conceptualizable, claramente ha quedado demostrado que el oposicionismo no es más que una hilera de pequeñas agrupaciones ambiciosas de poder sólo con el condenable ánimo de apoderarse sensualmente de la riqueza del país. Y eso hay que evitarlo para evitar a la vez traumas históricos…

He declarado, por cierto sin la más mínima intención de ofender, que la política no es para gente decente. Decente no sólo en el sentido moral del término, sino decente en el mero sentido del buen uso que siempre debe dársele a las ideas. Porque generalmente, el político tradicional dentro de su exótica praxis, utiliza mal las ideas con el agravante de exponerlas bajo la más premeditada oscuridad y, por tanto, bajo la más inescrupulosa simulación sólo con el ánimo de hacerlas lo más atractivas posibles a los inexpertos para birlarlos. En esto, la publicidad por supuesto hace siempre el trabajo sucio. Lo que lleva a pensar que, una idea oscura, lo más probable entonces, es que no resulte verdadera por más bien publicitada que esté.

En este orden de cosas, me permito proponerle al partido, entendiendo incluso que ello demanda un admirable ímpetu y claridad de pensamiento (dado que los socialistas no tenemos al “mercado” como excusa para no pensar) que, toda idea que vayamos a proponerle al país, haya previamente alcanzado la deseable claridad… Claridad, como es lógico primero, dentro del propio partido; vale decir, que sea capaz ella de ser captada de forma tal, por nuestros militantes y simpatizantes, y que por tanto pudiéramos reconocerla donde quiera que pudiéramos encontrarla sin que pudiera confundirse con ninguna otra por más que se presente bajo formas subrepticias como esas de las que muy a menudo nos presenta el oposicionismo dentro de su venal “proyecto”. Eso pues marcaría una muy buena diferencia.

Y que a pesar de que los lógicos entienden por contenidos de una idea, todo aquello que está contenido en su definición, y que por tanto, captamos una idea de modo distinto (según dicen los lógicos) sólo cuando podemos dar una definición de ella en términos abstractos, y como además que quizás resulte posible, que nada nuevo aprendamos analizando sólo definiciones, sin embargo, mediante este procedimiento, podemos poner en orden nuestras creencias disponibles y, el orden entonces, nos resultaría un elemento esencial para nuestra economía intelectual, así como le resulta a la economía política.

Pero es que además, nuestras ideas claras a presentar, tienen que ser también distintas. Distintas en el sentido de que no deben contener nada que no esté claro y que por tanto no puedan resultarnos familiares. Así creo evitaríamos que la eficiente propaganda contraria alcance confundirnos y, por ello mismo, hacernos a ratos electoralmente elusivos y hacer, por tanto fluctuante en cada elección, el inmenso caudal de votos del que potencialmente siempre disponemos.

canano141@yahoo.com.ar


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Raúl Betancourt López


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