Algo marcha mal en el campo de la lucha contra el delito organizado. El asesinato del empresario de origen italiano y el secuestro de los hermanos Faddoul son graves indicios. No podemos refugiarnos en las excusas sociales. Estos delitos no son producto de la pobreza. Tienen otro origen.
¿Dónde estamos fallando? ¿Ineficacia de los cuerpos policiales? ¿Insuficiencia en las labores de inteligencia? ¿Ausencia de cooperación pública? ¿Falta de una estrategia correcta para atacar la delincuencia? ¿Factores externos?
Podría haber de todo, pero si no hay respuestas satisfactorias lo aconsejable sería una discusión franca entre los organismos encargados de la seguridad ciudadana. Tal vez un examen crítico y auto crítico a fondo podría permitir acercarse a las soluciones.
Una verdad a prueba de cuestionamientos es que no es suficiente la represión ni aumentar el volumen de los cuerpos policíacos. La experiencia demuestra que da mejores resultados aplicar en mayor escala la inteligencia y la prevención. Y cuando nos referimos a inteligencia y prevención estamos hablando del uso de todos los recursos del conocimiento científico y de la tecnología al servicio de la lucha contra el delito. Ocurre que, a veces, da la sensación de encontrarnos varias décadas de atraso en el empleo de los recursos más sofisticados y sólo tener a la mano los interrogatorios tortuosos y brutales.
La opinión más generalizada, debemos admitirlo, es que no tenemos la policía que se requiere para combatir el crimen organizado en este tiempo y para las exigencias de la Venezuela y el mundo actuales. Nos aventuramos a sacar otra conclusión. No hemos logrado crear el suficiente respaldo popular masivo y organizado para enfrentar a un enemigo de la envergadura de la delincuencia. Igual que en otras áreas. No hay soluciones si no se apela a los millones de ojos y oídos del pueblo. Si no se convierte a la lucha contra los delitos en un problema de todos, en una tarea de masas. Porque así debe ser. Porque la expansión del delito es un grave riesgo para el proceso revolucionario. ¿Es qué acaso se entiende así o en su lugar priva un criterio burocrático y simplemente policíaco?