Gaza: el derecho a escapar

Cuando todos los derechos humanos se vulneran: cuando el derecho a la vida
es relativizado sin ninguna razón plausible; cuando el derecho a la
alimentación es dejado de un lado por el bloqueo alevósico de comida;
cuando el derecho a la información es aniquilado con la prohibición del
paso de periodistas y la manipulación de los medios internacionales;
cuando el derecho a la educación es vulnerado con la destrucción de
escuelas; cuando el derecho de los niños es opacado con la muerte de
cientos de ellos; cuando el derecho a la salud es atropellado con el
bombardeo a hospitales y la carencia programada de insumos; cuando los
derechos ambientales son denigrados con bombas químicas; cuando los
derechos de los prisioneros son insultados con una trato peor al de
bestias; cuando el derecho a la ciudadanía es robado con el veto a la
creación de un Estado que los ampare; cuando los derechos internacionales
son secuestrados por las potencias extranjeras y los organismos
concernientes; cuando, en fin, el derecho a descansar en paz es subyugado
por bombardeos a cementerios… queda únicamente un solo derecho: el derecho
último e insustituible, el derecho dramático y a la vez cruel, el irónico
derecho a escapar de la ausencia de todos los derechos humanos.

Es precisamente ahí que se encuentra el drama del pueblo palestino de
Gaza. Pueblo al cual después de habérsele sacrificado todos los derechos
humanos, se le terminó por prohibir el derecho a escapar.

Ello nos deja de frente a una constatación por lo demás grave: el pueblo
de Gaza ha sido encerrado de forma sistemática en un espacio-tiempo
hermético que mucho tiene que ver con la esencia misma de un campo de
concentración al aire libre del tamaño de una ciudad: en el sur la
frontera se encuentra cerrada custodiada por tropas egipcias, en el norte
y este, la amurallada frontera está custodiada por el ejército israelí, en
el oeste el mar es territorio de la marina del mismo Estado.

La Gaza de hoy día está asediada por un mar, un muro y unas fronteras
clausuradas que dejan como único espacio libre el cielo. Espacio aéreo
desde donde caen cotidianamente cientos de bombas, pues es controlado en
su totalidad por la aviación israelí.

Nos encontramos nosotros entonces de frente a una claustrofobia del
terror, un claustrofóbico genocidio (exterminio o eliminación sistemática
de un grupo social por motivo de raza, de etnia, de religión, de política
o de nacionalidad), que no da lugar ni siquiera a la terrible realidad de
los “desplazados”.

En todas las guerras del siglo XX y siglo XXI estábamos acostumbrados al
drama de los desplazados. En la barbarie a la cual estamos asistiendo en
Gaza, ni siquiera este horrendo lujo puede darse esa parte del pueblo
palestino.
Así pues, en ausencia de la posibilidad de ser, al menos desplazados,
estamos de frente a un “holocausto” (gran matanza de seres humanos) en el
cual sólo existen tres géneros de víctimas: las muertas, las heridas y las
futuras víctimas muertas y heridas.

El factor tiempo parece pasar por alto y, sin embargo, es clave en el
resultado final de este abominable crimen que, a través del pueblo de
Gaza, se le hace a la humanidad toda. Ni siquiera la resolución 1860 del
Consejo de Seguridad de la ONU pareció tomar en cuenta el mismo al dejar
“indeterminado” el llamado al cese del ataque.

Y es que todo se juega en el tiempo, pues vista la intensidad del ataque
militar a un pueblo desarmado y asediado, el tiempo terminará por ser el
cómplice de la aniquilación total de un pueblo.

¿Tendrá acaso esto que ver con el nombre mismo de la misión militar “plomo
fundido” y la terrible relación que dicho nombre tiene con la
significación de la palabra “holocausto” entre los israelitas?
En su acepción israelita la palabra “holocausto” significa sacrificio en
que se quema toda la víctima.

(*)Investigador del Instituto de Estudios Avanzados-IDEA
Vicepresidente Instituto de Estudios Avanzados (IDEA)
Director del Centro de Investigaciones Teóricas
Investigador Asociado Unidad de Ciencia Política


www.miguelangelperezpirela.new.fr

www.idea.org.ve


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Miguel Ángel Pérez Pirela(*)

Doctor en Filosofía Política. Escritor. Comunicador. Investigador del www.IDEA.gob.ve. Conductor y Creador de Cayendo y Corriendo (VTV). Autor de la novela Pueblo.

 maperezpirela@gmail.com      @maperezpirela

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