Hoy, 20 años
después, se nos dice que hay tanta democracia, que no vale la pena
ejercerla. Si usted tiene que protestar, no lo haga, visite mejor al
burócrata correspondiente y espere con fe que algún día su queja
sea contestada o su problema solucionado. Al menos así les dijeron
a los indígenas en la Sierra de Perijá sobre el problema de la demarcación
de tierras. Total, 500 años de espera y millones de muertos no son
mucho.
Sabino Romero,
cacique yukpa, nunca creyó que el Estado burgués, ese que no
se parece nada a sus formas de organización, estuviera en vías de
extinción, como muchos aseguran. Nadie mejor que un excluido de siempre
para saber de exclusión, de racismo, de componendas entre los sectores
productivos y el Estado burgués, donde los pequeños parceleros como
él no tienen cabida, son un estorbo para el desarrollo.
Hoy Sabino
está preso por atentar contra el Estado burgués, como lo estuvieron
en su momento Fabricio, Livia y tantos otros. Alza Sabino su voz por
el derecho a la demarcación y a los territorios ancestrales. Pero,
¿cómo carajo le explica usted a un juez que usted está defendiendo
las tierras donde hace miles de años habita, y que desde hace medio
milenio le son usurpadas una y otra vez por el mismo musiú con diferente
cachimbo?
Sabino podrá
decirle al juez que lo imputa por defender su tierra y su vida del enemigo
que lo amenaza, que la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela invoca “el heroísmo y sacrificio de nuestros antepasados
aborígenes”, que tiene “el fin supremo de refundar la República
para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica,
multiétnica y pluricultural”, que el artículo 119 señala textualmente
que “El Estado reconocerá la existencia de los pueblos y comunidades
indígenas, su organización social, política y económica, sus culturas,
usos y costumbres, idiomas y religiones, así como su hábitat y derechos
originarios sobre las tierras que ancestral y tradicionalmente ocupan
y que son necesarias para desarrollar y garantizar sus formas de vida”,
o que el 260 dice que “Las autoridades legítimas de los pueblos indígenas
podrán aplicar en su hábitat instancias de justicia con base en sus
tradiciones ancestrales y que sólo afecten a sus integrantes, según
sus propias normas y procedimientos, siempre que no sean contrarios
a esta Constitución, a la ley y al orden público”.
Sabino puede
decirle todo eso al juez, en perfecto yukpa o en el castellano del intérprete,
pero el juez sólo verá a alguien que se levantó en armas por un derecho
ancestral que es más viejo que el Estado burgués que lo niega (hermosa
definición de revolución), y no importa si la levantó en Chaktapa
en medio del conflicto por la demarcación de tierras en donde los sicarios
aniquilan a su familia, o en plena feria del Sambil mientras los hijos
del juez se atragantan con unas hamburguesas; va preso igual, como todo
buen pobre de este país.
Cuando las
leyes de un país frenan la revolución, se convierten automáticamente
en contrarrevolucionarias, no importa las buenas intenciones, el “cambio
de actitud” del poder aplicante. Tendrán los defensores de Sabino
que convencer a los guardianes de la leyes que por encima de ellas,
en el cielo de lo posible, está la Justicia. Será la única manera
en que todos nos convirtamos en los sabinos alzados e irredentos que
se niegan a entregar la Revolución popular al ejército de las camionetotas.
“—¡Bandido!
¡Sí, soy bandido como me llamáis vosotros, los ricos! Claro, es cierto,
me he arruinado, estoy escondido, no tengo pan, no tengo un centavo,
soy un bandido. Hace tres días que no como, soy un bandido. Vosotros
os calentáis los pies en la chimenea, tenéis abrigos forrados, habitáis
mansiones con portero, coméis trufas, y cuando queréis saber si hace
frío, consultáis el periódico. ¡Nosotros somos los termómetros!
Para saber si hace frío no tenemos que consultar a nadie, sentimos
helarse la sangre en las venas y el hielo llegamos al corazón, y entonces
decimos: ¡no hay Dios! ¡Y vosotros venís a nuestras cavernas
a llamarnos bandidos!”
Los Miserables, Víctor Hugo.
(*)Periodista/Profesor UBV-Zulia
boscan2007@gmail.com