Que Estados Unidos tiene perdida la guerra en Irak es una realidad admitida ya por la mayoría de los norteamericanos, pero ahora se abre paso otra convicción mucho más rotunda: la guerra en Irak ha sido el error más trágico y mortal cometido por gobierno alguno en la historia de Estados Unidos.
En el pasado mes de abril, según información de las propias fuentes oficiales de Washington, el ejército norteamericano tuvo el mayor número de bajas en comparación a los meses anteriores. Es decir, todo lo contrario a las repetidas afirmaciones de Bush y de su Secretario de Defensa, no sólo no hay ningún progreso militar de las fuerzas armadas de Estados Unidos sino que cada día la resistencia en más audaz, agresiva y poderosa.
La última semana las tropas norteamericanas tuvieron que librar un encarnizado combate casa por casa, calle por calle, contra la resistencia en Faluya, es decir en la ciudad en donde hace pocos meses el ejército norteamericano con aviación, blindados y cohetes arrasó con todo ser viviente. No podía darse una referencia más dramática de la impotencia militar de Estados Unidos para imponer su dominio en Irak.
Recientemente, la Secretaria Condoleezza Rice viajó urgentemente a Bagdad en un intento desesperado por formar un gobierno en Irak. Lo oculto de la noticia es el verdadero origen de la crisis. Ninguna fuerza política, incluso de las que inicialmente aparecieron en apoyo a Estados Unidos por oposición a Saddam Hussein, quieren asumir la responsabilidad de un gobierno sometido a las bayonetas norteamericanas. Estados Unidos requería "un gobierno" en Irak para mostrar su "democracia". El fracaso no podía ser más rotundo.
Mientras se desangra en Irak, el gobierno de Bush es cada día más agobiado en el interior de Estados Unidos por el descontento provocado por la guerra, por las protestas de los inmigrantes, por el acelerado descenso de sus niveles de aceptación, por el abultado déficit fiscal, por el deterioro de los derechos humanos y la cada vez mayor influencia de los grupos de la ultraderecha fundamentalista, represiva y discriminatoria.