Pildoritas 132 (año VII)

La UCAT del Táchira, ¿Nido de terroristas?

La UCAT, universidad privada que aquí en el Táchira en un tiempo, cuando se inició como una sucursal de UCAB, y digo sucursal y no extensión, ni sede andina, porque como sabemos es una empresa privada que  comercializa la educación superior, que en manos de la congregación de jesuitas, ha logado crecer a expensas no solo de los enromes dividendos que les ingresan por las altísimas sumas de dinero que cobran, sino porque han logrado engatusar a todos los gobiernos para que les asignen grandes sumas del dinero de todos los venezolanos, cantidades  incrementadas año a año, en estos momentos y desde febrero de este año, un centro de insurrección permanente, es un reducto de fascismo que nos tiene acostumbrados a que dos y tres veces por semana, salen a las adyacencias de su dos edificios, a realizar actos vandálicos de manera impune.

En ella estudian los llamados hijitos de papi y mami, es decir los hijos de la clase alta y media alta, que como sabemos, sin medir consecuencias, ni utilizar el más mínimo raciocinio, actúan abiertamente contra el orden constituido y pretenden ser intocables.

Lo increíble e inaceptable es que siendo una empresa privada, sus autoridades no hayan demostrado ser capaces de exigir orden y simplemente aplicar el reglamento interno que textualmente prohíbe actos como los que en la narices del rector, se producen con consecuencias propias del terrorismo, como secuestro e incendio de unidades de transporte, secuestro y tortura de funcionarios públicos como lo sucedido con un efectivo de la Guardia Nacional Bolivariana, a quien amarraron con alambre de púa y amenazaron con quemar vivo.

Todo ello, los actos vandálicos y el desprestigio que viene ganando ese centro de estudios, otrora ajeno a cuestiones políticas y dedicado a hacer plata a cambio de tirar a la calle un alto porcentaje de desempleados, en carreras que han saturado el mercado laboral, ha hecho que quienes deberían garantizar la paz y la seguridad interna y externa, se hagan los de la vista gorda, pues siguen cobrando igual, lo cual es para ellos lo más importante, haya o no haya actividades académicas.

Ahora bien, mirando desde otro ángulo, lo que allí sucede, también se explica por qué, no se ha procedido de manera contundente en la aplicación de la ley, se detienen facinerosos en plena flagrancia e inmediatamente salen en libertad para reincidir, se consigue cierta cantidad de C4 en poder de una alumna y no pasa nada, entonces quienes siguen casi a  diario causando zozobra y daños, se sienten en libertad de acción para actuar sin ningún temor, porque ni desde dentro ni desde fuera, ha habido quien le ponga el cascabel al gato y proceda con la ley en la mano y sin temor a lo que digan los medios, que forman parte aquí, como en todo el país, de la conspiración y cuyo papel es desvirtuar la acción de las autoridades, presentando todo como violación de los derechos humanos y a los que en verdad si nos violan los derechos a los tachirenses que queremos vivir en paz, como angelitos de la guarda o hermanitas de la caridad que protestan tan pacíficamente, que en lugar de una pancarta lo que portan son morrales cargados de armas mortales que van desde una piedra para ser lanzada contra la humanidad de quien les viene en gana, hasta bombas molotov, morteros y no pocos, su dosis de alucinógenos que les permite una conducta característica de personas que no están en sus cabales.

Eso es lo que hay, en eso se ha convertido la otrora prestigiosa casa de estudios, que bajo el patrocinio de la iglesia católica funciona hace décadas en la capital del Táchira y que pareciera, igual que en la capital del país quiere lograr a oda costa el protagonismo en lo que últimamente han dado en llamar “La salida”.
 

“Ni que el pecho fuera hierro y la espalda de algarrobo”



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Saúl Molina


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