Es asombroso como algunos líderes tropiezan con la misma oligarquía una y otra vez, es el caso de José Vicente Rangel. Veamos.
Desde la caída de pérez jiménez, venimos repitiendo el mismo guión que ha frustrado las oportunidades revolucionarias de este ingenuo pueblo.
El guión consiste en levantar un fantasma, en esa época fue el peligro de los militares reaccionarios, castro león entre ellos. Aquello justificaba el llamado a la unidad boba -sin definiciones ideológicas- y a la democracia burguesa. Bajo esa lápida quedaba sepultada la posibilidad socialista. Lo anterior lo corrobora, con tristeza y rabia, Fabricio, en su carta de despedida al congreso.
Ahora aparece con nitidez el mismo libreto, buscando la misma combinación reformista. Revisemos.
En su artículo del lunes 21, José Vicente despliega el argumento con pluma elegante. Lo primero que dice es que hay peligro de recrudecimiento del terrorismo, y se lamenta de que la oposición no aprenda de los errores cometidos. Adelanta que la guarimba fracasó, pero que la oposición terrorista no escarmienta y prepara otra ofensiva, detectada ya por altos funcionarios del gobierno. Recuerda los ejemplos de la insensatez del golpe de Abril y, después, del sabotaje petrolero. Hasta aquí un buen diagnóstico.
Nosotros podríamos discutir sobre si la guarimba fracasó, si ya se acabó, sobre cuál era su objetivo. Discrepamos en las dos afirmaciones: la guarimba no fracasó, al contrario, cumple su objetivo con creces, colocó la discusión sobre la calidad del gobierno en la oea, en el mercosur, se discute en Europa, y quizá llegue hasta el consejo de seguridad de la onu. La guarimba forzó un pacto en lo económico y en lo político: la democracia burguesa salió fortalecida y el Socialismo olvidado. Eso sin hablar del fin de la guarimba, que está en veremos. Pero no nos distraigamos.
Jóse Vicente hace un buen diagnóstico, la derecha exógena “toda” es terrorista cuando de defender al capitalismo se trata. Allí no hay diferencias, sólo algunos sectores se moderan cuando el Socialismo va en retroceso, entonces aparece el “espíritu democrático”.
Jóse Vicente, en su artículo, propone un tratamiento a la situación que está resumido en el siguiente párrafo:
“¿Qué hacer? Hay que ir más allá del simple repudio. No perder la noción de lo que está en marcha. No sucumbir al terrorismo ni las provocaciones. Y, sobre todo, unir a los venezolanos contra los terroristas. Dialogar con todos los que repudian esta aberrante práctica política. Enfatizar en la búsqueda de la paz. Tener fe en que la mayoría consciente y sensata de los venezolanos se impondrá como ya ocurrió doce años atrás”.
Este párrafo es digno de la historia, hay que guardarlo para estudiarlo y no cometer, otra vez, el mismo error, no caer en la misma trampa, que ahora puede ser fatal. No dice José Vicente que después del golpe de abril, fue el diálogo lo que lubricó al sabotaje petrolero, y entonces, fue la actitud firme de Chávez y sus ministros, la alianza estrecha pueblo- militares, el choque frontal con la oligarquía, lo que posibilitó derrotar esa intentona. El diálogo cándido casi nos llevaba a una derrota que hoy todavía estuviéramos llorando. En contraste, la actitud firme nos condujo al triunfo.
La experiencia es directa. El diálogo, con la excusa de exorcizar fantasmas, nos lleva a entregar el Socialismo. Ese es el precio del diálogo con la burguesía, ese es el precio de los acuerdos: el cadáver del Socialismo, el regreso a la democracia burguesa, el ostracismo de los defensores del Socialismo.
Frente a la situación que vislumbra JVR, la terapia no puede ser el diálogo, ni la unidad boba. Tiene que ser enfrentamiento con los oligarcas, con los disfrazados de demócratas y con los terroristas, todos caimanes del mismo caño. Debe ser impulso del Socialismo en lo económico y en lo espiritual, unidad en torno al Presidente Maduro fundido con el Socialismo, tal como lo pidió Chávez. Desechar las ilusiones y los coqueteos con quienes nos amenazan. Elevar la pasión de la masa. Que sepan los terroristas que superaremos todos los obstáculos, las agresiones, las distracciones, las seducciones, que iremos hasta las últimas consecuencias por defender el sueño y mandato del Comandante, el Socialismo verdadero, eso no tiene discusión, con ese objetivo no hay diálogo.
Sólo el Socialismo detendrá a los terroristas. El otro camino, el diálogo sin Socialismo, es claudicación, traición.
¡Seamos como Chávez! ¡Revolucionarios!