Conversando con mi tía Wikipedia sobre la ley de amnistía, la ley propuesta por la Mud al gobierno como condición para conseguir la paz de Venezuela, la erudita me hizo referencia a una palabra que viene al caso: chantaje. Seguí conversando al respecto y la definió de la manera siguiente: “Chantaje, extorsión, es la amenaza de difamación pública o daño semejante para obtener provecho pecuniario o material de alguien u obligarlo a actuar de una determinada manera”. De acuerdo con lo que afirma la tía, el chantaje es un delito y el ejemplo más notorio es el de los terroristas, quienes, en oportunidades perpetran secuestros de una persona o un grupo a manera de chantaje.
Reflexionando sobre esta palabra, mejor dicho, sobre este delito, mi memoria rompió las esclusas de los recuerdos y traje a mi mente la época de las cruzadas. En aquel período, cuando un rey o un sultán ganaban una batalla mantenía como rehén a un familiar: un hijo o, un hermano o, un familiar cercano al perdedor. Este prisionero se convertía en una garantía que avalaba que el perdedor no utilizaría acciones bélicas contra el ganador, a riesgo de que el prisionero fuese ajusticiado o sometido a crueles torturas. Tal acción, de acuerdo con mi tía Wiki, no pasaban ser un vulgar chantaje.
Tal delito, el chantaje, fue utilizado, no sólo por los reyes y sultanes, también las Iglesia Católica utilizó tales prácticas para logar ingentes beneficios. La “persuasión” iba desde la excomunión del reo o, la amenaza de ser sometido a las más cruentas torturas, hasta la intimidación de expropiarle la heredad de la familia del acusado. El caso más patético de un chantaje fue el juicio de Galileo, quien después de infructuosos debates con los inquisidores terminó por sucumbir ante las amenazas de la curia: “Yo, Galileo Galilei, hijo de Vicenzo Galilei, florentino, en los setenta años de mi vida, presentándome personalmente ante los jueces, hincando las rodillas, juro que siempre he creído, ahora creo, y, con la ayuda de Dios, en adelante habré de creer todo el contenido, lo que predica y lo que enseña la Santa Iglesia Católica…¡Reniego, maldigo y desprecio la herejía del movimiento de la Tierra!..” Indudablemente, si Galileo no hubiese hecho tal declaratoria, los tizones calientes y los rescoldos de la parrilla le hubiesen cobrado su obstinación científica. Por fortuna el valiente florentino al levantarse, irguiéndose altivamente frente a los inquisidores exclamó: “!Eppur si muove!” (“Pese a todo, se mueve”). Si esto no es un vulgar chantaje, mi tía Wiki está equivocada.
La mafia, los gobiernos dictatoriales, los fascistas, ciertos abogados inescrupulosos, periodistas dañados, corrompidos propietarios de medios de comunicación, los presidentes de potencias extranjeras, ciertos dueños corruptos de centros de producción de alimentos entre tanto personajes ladinos quienes utilizan el chantaje para obtener algún tipo de beneficio, por lo general, pecuniario o político.
Ya no me sorprenden las actuaciones de los “propietarios” de la Mud, ante la pérdida de confiabilidad, por parte de los opositores, hacia los líderes que agrupan ese aquelarre de engendros. Teniendo presente tal desconfianza, el presidente MM los obligó a presentarse ante los venezolanos y ante el mundo para discutir el plan de paz. Como era de esperar, los malvados pusieron condiciones, es decir, comenzaba el chantaje: para logar la pacificación que todo los venezolanos anhelan el gobierno debe dictar un ley de amnistía para liberar a:
Leopoldo López, responsable directo de más de cuarenta asesinatos, además de reincidente en los delitos de la violación de los derechos humanos durante el golpe de estado del 2002.
Iván Simonovich, participante del golpe de estado en su intento de derrocar a mi comandante Chávez y como consecuencia, convicto de los asesinatos de diecinueve venezolanos.
Los alcaldes, el encapuchado Ceballos y Enzo Scarano, comprometidos en las guarimbas terroristas que generaron muertes y desolación en las ciudades donde ejercen la autoridad.
A “supuestos estudiantes” que actuaron como francotiradores y como consecuencia, ejecutores directos de asesinato de varios inocentes.
A “falsos estudiantes” que colocaron guayas, regaron aceite en las avenidas, incendiaron locales y secuela de tales actos se produjo el fallecimiento de varios inocentes y una ola destrucción de propiedades.
Ciertamente, no soy juez para juzgar, pero nadie puede dudar que durante más de dos meses se cometieron, en diferentes ciudades de Venezuela, actos vandálicos que constituyen flagrante delitos que van desde la destrucción de la propiedad pública y privada, el secuestro y el asesinato. Los responsables deben pagar por esto. Entiendo el perdón como un acto de misericordia que hasta se la podemos dejar al Creador en el cielo, pero la justicia es un acto administrativo terrenal para condenar a quien hayan cometido o incitado a la infracción de la ley.
Razón tenía mi comandante Chávez a recurrir a los escritos y proclamas del visionario Simón Bolívar para explicarse y entender situaciones del siglo XIX y que hoy, en el XXI, cobran vigencia. Voy a transcribir parte del discurso del congreso de Angostura para que el lector se forje su propia opinión sobre el ejercicio de la democracia:
“…Por lo mismo que ninguna forma de gobierno es tan débil como la democrática, su estructura debe ser de la mayor solidez; y sus instituciones consultarse para la estabilidad. Si no es así, contemos con que se establece un ensayo de gobierno y no un sistema permanente; contemos con una sociedad díscola, tumultuaria y anárquica y no con un establecimiento social, donde tenga imperio la felicidad, la paz y la justicia…”
La ley de amnistía que promulgó Chávez para indultar a los comprometidos con el golpe de estado sirvió para que los bárbaros se reagruparan de nuevo para atentar con más salvajismo contra la paz de la república. NO A UNA NUEVA LEY DE AMNISTÍA.