11 de abril: el reculeo histórico de la "dirigencia"

Si alguna enseñanza nos dejó la macabra experiencia del 11 de abril, fue que la “dirigencia” de la revolución bolivariana en Venezuela está muy lejos de la valentía y el desprendimiento que se requiere para comandar a un pueblo. Fue precisamente ese pueblo, y nada más que ese pueblo, el que salió y enfrentó la satrapía golpista que amenazó con mandarnos al mismísimo infierno.

En Puente Llaguno, por ejemplo, no aparece ningún ministro, diputado ó jerarca político en la que luego sería la masacre perpetrada por la Policía Metropolitana de Alfredo Peña y los francotiradores contratados por los golpistas. Apenas algunos concejales, y el resto puros compatriotas de base que hicieron frente porque les emociona un proyecto de redención, independientemente que anden “pelando bolas” y de que jamás sean tomados en cuenta para los espacios “perfumados” del poder.

Luego llegaron las jornadas de protesta, aceleradas por la “coronación” de Pedro Carmona Estanga, y en ellas también brillan por su ausencia los dirigentes conocidos del alto gobierno y de los partidos, llamados, de la revolución. Las fuerzas del fascismo se dieron gusto matando, allanando y torturando; lo que luego sería silenciado por la gran prensa burguesa, y que no pudo ser registrado para la historia por los niveles de terror que se sembraron en las calles. (Por cierto, la bonita abogada Mónica Fernández, quien aparece por allí arengando sobre derechos humanos y democracia, era jueza para ese momento, y de su puño y letra salieron, asombrosamente, dos mil órdenes ilegales de allanamiento contra círculos bolivarianos y figuras del chavismo).

Y en la retoma del Palacio de MIraflores y de las guarniciones militares, tampoco aparece esa “lúcida” dirigencia que tanto nos sigue atosigando hoy con declaraderas, presencia mediática y pantallerismo en cuanto sarao político se hace por allí. Y pareciera que no aprenden, porque cuando el pueblo se moviliza (caso Marcha y Vigilia por la Reorientación de la Señal de RCTV del 28/03/07), se dan el tupé de esconderse para no “ofender” con su presencia los intereses de la burguesía. Allí estaba, otra vez, el pueblo “pelabola” solíto y expuesto, cargando sólo con una esperanza que no cesará hasta que lo maten (por eso el lema de “Patria, Socialismo o Muerte”).

Hoy nos convencemos más de que el peor enemigo que tienen Chávez y la revolución es la burocracia, que cuando se acostumbra al “cojeculismo”, al “ultralujismo”, al “aireacondicionanismo” y al “nuevoriquismo”, se aferrará tanto al poder, que terminará pactando hasta con el diablo para que no le quiten el “cambur” oficialista que tanta felicidad le procura. Son esos “camaradas” (y se incluyen ministros, parlamentarios, alcaldes, gobernadores, etc.), que jamás asumieron en la vida, independientemente que sean profesionales o no, un oficio digno para mantenerse, sino que se convencieron que el gobierno es la ubre más productiva para quien quiere vivir como zángano eternamente.

Y la burocracia es peor que la burguesía, porque cuando a ésta última tú le quitas el poder político, sigue teniendo de qué vivir, pero no ocurre así con los funcionarios del Estado. Por eso es que ustedes ven que mientras la burguesía se plantea un repliegue táctico luego del referéndum presidencial del 2004 (evidentes son los giros políticos de Gustavo Cisneros, Omar Camero, Miguel Henrique Otero, Fedecámaras, etc.), la burocracia no descansa en su afán de perpetuarse en el control del aparato del Estado. (Y si no me creen, fíjense en lo que está pasando con el PSUV: Macolleo a diestra y siniestra para imponer acólitos de los grandes jerarcas del poder, para que mañana le garanticen su subsistencia).

Hoy tenemos el gran reto de insurgir contra ese status quó que será mañana la misma quinta columna que ayer formaron Luís Miquilena, Alfredo Peña, Manuel Rosendo, Ernesto Alvarenga, entre otros, para intentar tumbar la revolución. Pero esa insurgencia nos vendría con un antivirus si el presidente Chávez dá el salto verdadero hacia la “minimización” de la influencia que tiene la burocracia sobre los destinos del país, mediante el replanteo profundo del Estado, que sigue siendo, antes y ahora, una estructura de dominación burguesa. El Estado de la V República debe ser socialista y redentario; desopresor y libertario. Si no, tendríamos que ir a la construcción de la VI República.

Homenaje eterno, pués, a ese pueblo heroico que hoy, cinco años después, sigue estando infinitamente, para fortuna de la patria, por encima de su dirigencia.

(jeramedi@yahoo.es).


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Jesús Meza Díaz


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