Ya dijimos antes de las elecciones internas del pasado primero de junio, que la garantía de triunfo socialista es la unidad. No se tata en ningún caso de una consigna romántica, como podrían pensar los “tecnopolíticos”, no, es un asunto de sobrevivencia.
Que el PSUV sea la primera fuerza política del país, basado en el liderazgo personal del Comandante Chávez, no le otorga un cheque en blanco para imponer electoralmente cualquier cosa. Recordemos que en política, no siempre dos más dos es cuatro. Si no, miremos hacia el referéndum de diciembre. Tres millones de chavistas se quedaron en casa, de los cuales casi dos millones están inscritos en nuestro partido.
No es tiempo de prepotencia. La vanidad de los vencedores debe dar paso a la humildad revolucionaria. Ser magnánimos en este caso es un acto de conveniencia política para todos. Para las candidatas y los candidatos, porque suman apoyos a su posibilidad de triunfo el 23 de noviembre. Para el partido y la Revolución, porque necesitamos ganar para continuar. También el despecho de quienes no resultaron vencedores, debe dar paso a la conciencia revolucionaria y el desprendimiento, que espacios hay muchos y futuro más.
A nivel nacional hay liderazgos estadales y municipales indiscutibles, que por su fuerza, aglutinarán todas las tendencias en torno a sí y tienen victorias seguras en noviembre. Es el caso de Henry Falcón en Lara, Adán Chávez en Barinas, Aristóbulo en la Alcaldía Metropolitana o Luís Caldera en Mara, Oswaldo Rodríguez León en Coro y Omar Prieto en San Francisco.
Hay otros casos más difíciles, donde la competencia fue reñida y la oposición sigue teniendo fuerza electoral. El Zulia y Falcón, por ejemplo.
En Falcón la dificultad viene fundamentalmente desde adentro, aunque ya en el referéndum por la reforma la oposición empató nuestra votación. La compatriota Stella Lugo gana con cerca del 50% de la concurrencia pesuvista que no llegó a la mitad de los inscritos. Es decir, gana con algo menos de una cuarta parte del PSUV. Su candidatura, por ser ella la esposa del actual gobernador, representa una continuidad que no atrajo al 75% de los socialistas. De hecho, la suma de los votos obtenidos por sus contrincantes en la escogencia interna se equipara a la de la ganadora. Si a ello agregamos que hubo opciones que basaron su propuesta en una crítica severa a la actual gestión, la cosa se complica más. Por eso todos debemos aportar humildad, inteligencia política, madurez y conciencia revolucionaria, para garantizar la victoria bolivariana en la hermosa y querida tierra de Alí y Chema Saber.
En Zulia, la dificultad viene más de la fortaleza electoral del enemigo. Sucesivos errores del campo revolucionario, divisiones, imposiciones, arrogancia de la dirigencia en el pasado, nos llevaron a perder esta estratégica plaza. La división del 95 le abrió paso a una victoria de Rosales en la Alcaldía de Maracaibo, y luego el lanzamiento de Arias contra Chávez en 2000 le regaló la gobernación y nos llevó a la carraplana perdiéndose todos los municipios.
Llegó la hora de corregir y ganar. Jean Carlo tiene una oportunidad única y preciosa de unir a toda la familia socialista del Zulia y reivindicar el camino perdido tras la muerte de Luís Hómez. Necesitamos establecer un gobierno bolivariano en la región más importante del país que hoy está en peligrosa vulnerabilidad ante intereses foráneos enemigos históricos de la patria.
Stella en Falcón y Di Martino en Zulia son nuestras opciones. Y hay que ganar.
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