Roberta Jacobson y Ramón Aveledo son como dos gotas de agua respecto a lo que vociferan, que si el pato, que si la guacharaca, que si patatín, que si patatán, que si quiero sentarme a la mesa de paz, que si ahora me paro porque no quiero discutir, etc y otras necedades seguramente convencidos de que el pueblo venezolano es pendejo; pero, se equivocan.
Aveledo tiene que haberle hackeado la cabeza a Roberta Jacobson y, a la vez, viceversa, para que ambos dijeran el mismo dis[cursi]to y a la misma hora, desde lugares distintos; a menos que uno dicte la pauta a la otra o al contrario, que es lo más probable.
Por otra parte, tanto el uno como la otra se comportan francamente como carritos chocones, pa´lante y pa´tras; Aveledo no da la talla pero es lo que hay; Capriles, María Machado, Leopoldo López y Ledesma -entre otros - ya no dan más juguito porque todos han sido pasados una y más veces por el trapiche y tales, como el bagazo de la caña, bagazo al fin que todavía ha de servir para algo, no otra cosa que alimentar el fuego de la caldera en la que se cocina el melao de caña, a menos que para abono, en tal caso, para abonar la violencia.
Estimo, sin embargo, que si Aveledo no es un formidable hacker, tiene el concurso de Adriana Azzi, al menos, para adivinarle el pensamiento a la Roberta, previamente, y así no salirse del libreto.
De lo que nadie dude es que Aveledo es un tronco´e carrito chocón; atrás quedaron Pablo Medina, Teodoro, Andrés Velasquez y etc, espaturraos.
