Una vez más el imperio ha mostrado un “filibre”, según ha sido su costumbre en los países que considera su patio trasero para luego divertirse con ellos poniéndolos como trompos servidores para luego darles mapola y volverlos astillas o ponerlos a recoger puyas del suelo sin doblar las rodillas en el juego de Queto, mientras él se queda con los fuertes de plata, después de lo cual estos países no tienen más remedio que menearse al ritmo que el imperio les imponga. No vamos a entrar en detalles acerca de lo que es un “filibre” ni en qué consiste el juego de Queto, porque, cual más cual menos, todos los países latinoamericanos los conocen, lo han jugado e inclusive algunos hasta le han tomado el gusto, en tanto que otros, cada vez en mayor número, se han cansado de ser servidores en este inmoral juego a que los había obligado a participar el imperio, se han sacudido y han buscado coaligarse con otros países del área para participar en un nuevo juego en el que el que no haya ganadores ni perdedores.
Esta nueva situación no ha sido bien vista en absoluto por el imperio, cuyas relaciones con cada país estaban signadas de antemano por el expolio de que estos serían víctimas, y el cual está decidido no sólo a mantener la dominación que aún ejerce sino volver a etapas ya superadas en las cuales él era el hegemón desde Alaska hasta la Patagonia, sin embargo las tácticas de que se vale el imperio se han hecho más refinadas y ya no acomete contra los países abiertamente, mediante el uso de la fuerza indiscutible que lo respalda, sino que actúan más diplomáticamente sin dejar de recordarnos sin palabras que pueden hacer uso de esta en cualquier momento.
El último ejemplo de lo dicho lo tenemos en el caso del golpe militar que los “gorilas” de Honduras han dado al presidente electo de ese país, golpe que ha causado una repulsa mundial como nunca se había visto hasta el punto de que el propio presidente de USA, el recién electo Obama, y su Secretaria de Estado Hillary Clinton han admitido que, efectivamente, se trata de un golpe de estado, no obstante lo cual otras voces dentro del imperio han expresado una posición no cónsona con la que manifiesta el supuesto Jefe de Estado, posición esta que insufla fuerzas al régimen usurpador y le permite mantener una actitud retadora ante los demás países del mundo y que, por otra parte, revela que el verdadero poder en los USA no reside en el Presidente, o por lo menos en este Presidente, quien ha resultado ser un prisionero del complejo industrial militar de USA y quien impone las reglas del juego.
Así pues que los demás presidentes latino americanos ya pueden ir poniendo sus bardas en remojo, ya que según el criterio de USA y los pitiyanquis de todos los países, lo ocurrido en Honduras no está tipificado y, en todo caso, hasta podría tratarse de un golpe de estado “legal” al cual podrían estar sometidos estos mandatarios sin que los proteja ningún instrumento legal.
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