Sin duda alguna la desmovilización de tres millones de votantes en este referéndum llama poderosamente la atención y exige de nosotros una explicación honesta, autocrítica y profunda. No hablamos de derrota, salimos fortalecidos moralmente y más alertas al volver a sentir que el proceso revolucionario sigue siendo muy frágil y corre el riesgo de perderse. La oposición por su lado perderá ese botín en menos de un año. Más daño le hará haber ganado por ese 0.4%, que haber perdido y seguir en el macabro juego de desconocer todo lo que sea favorable al socialismo, al pueblo, a Chávez.
Sin ánimo de que parezca una búsqueda implacable de culpables, sí toca puntualizar varios elementos álgidos:
Primero, no fuimos capaces de revertir matrices de opinión tan ridículas como que se iba a vulnerar la propiedad privada o que los hijos serían quitados por el Estado, esto es imperdonable sobre todo a las maquinarias comunicacionales en manos del Estado, se hizo imposible armar una campaña sintética y efectiva en contra de esta herencia de la guerra fría.
Segundo: hay un evidentísimo descontento de los ciudadanos con los mandos medios de la revolución, la burocratización acelerada de las misiones, la ineficiencia de alcaldes y gobernadores. El pueblo castigó la falta de compromiso y de profundización rápida y efectiva de nuevas formas de asociación, de políticas realmente creativas e innovadoras de inclusión y participación. La gente exige un socialismo en la práctica, un socialismo cotidiano que dé signos tangibles de que el capitalismo está cediendo, de que realmente estamos transformando las relaciones de producción y de vida en toda la patria.
Tercero: Se evidenció una gran falta de formación ideológica en cuadros que dábamos por seguro y que a la hora de la chiquita fallaron en su papel de multiplicadores y formadores del pueblo más excluido.
Cuarto: El cascarón del PSUV dio signos inequívocos de que no está funcionando como se espera, ni siquiera votó la totalidad de los inscritos.
Con esta derrota nos sentimos nuevamente vulnerables y eso traerá un reacomodo de las filas revolucionarias, el presidente hará lo suyo y el pueblo organizado deberá exigir aun más y dar un gran paso formativo y organizacional.
Este momento reflexivo es bueno para desenmascara a muchos elementos que hacen vida a ala sombra de la revolución sólo porque esta implica hoy una cercanía al poder y a los grandísimos recursos del país.
A seguir trabajando, a seguir organizando y estudiando. Las revoluciones se hacen día a día, a mano y sin permiso, de cara al futuro.
Patria socialista o muerte…venceremos
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