“Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer en ti”, Nietzsche.
¿Cuándo acabarán de entender los políticos y politiqueros nuestros que Venezuela es otra, que el venezolano es otra persona? ¿Que la mayoría piensa, reflexiona y que ha madurado? A pesar de que todavía, no pocos, siguen viviendo penurias y hasta miserias por defender los caprichos de un grupúsculo que los manipula a su antojo cual marionetas, el país ha madurado políticamente.
Nuevamente, por un lado, aplicaron el mismo plan cual consumados goebelianos, la mentira repetida mil veces, haciéndoles creer a sus amodorrados seguidores que, tras la desaparición física del Comandante Chávez, y el eventual avance en las presidenciales, el fin de la Revolución había llegado. Incluso, copiaron la figura del plebiscito, utilizado en 1958, por el dictador, Pérez Jiménez, como la impelable estrategia para obligar a Maduro a renunciar tras el eventual resultado comicial, porque ellos eran mayoría. El resultado fue otro, casi el 80% del mapa nuevamente es rojo rojito. La verdad salió a luz pública y a la mentira se le cayeron sus patas cortas.
“La sorpresa constante no sorprende”, Alejandro Dolina.
Por otro lado, no valió el esfuerzo de jóvenes muy bien preparados, honestos, sin rabos de paja: periodistas; conductores de programas; deportistas; artistas, porque hay de todo en la viña política del Señor, ayudados por los todopoderosos medios, especialmente la televisión y la prensa, para que lograran sus objetivos. Y no es la primera vez que sucede. Pasa y acontece que todavía hay quienes prefieren su: “Diablo; quiróptero; presunto; sospechoso/sa; diva…con muchos más defectos que virtudes, conocido, que santo con aureola y todo sin conocer, y se respeta, a pesar de la mala influencia y el peligro que esto representa.
En democracia, hasta los villanos y líderes negativos, son héroes, admirados, defendidos y votados. Pero, creo, honestamente, que llegó la hora de tomar decisiones políticas inteligentes por el bien de la tan golpeada y mancillada política venezolana. Es tiempo de hacer un stop, de considerar sinceramente si los que están al frente del movimiento político al que se pertenece verdaderamente tienen, representan y garantizan la paz y convivencia para todos. Que tengan suficiente moral para reclamar, exigir, o proponer, y consideración para con el otro, aún pensando diferente. Si queremos otra Venezuela, cambiemos la manera de pensar.
¡Ey! No se puede cambiar el mundo, pero, sí nuestro mundo. O, como dice Galeano: “Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”.