Reflexión y acción después del 6D

Los resultados electorales de este 6D deben entenderse desde sus verdaderos orígenes. No se trata de que la oposición venezolana, así de la noche a la mañana, se haya hecho digna de respeto y haya conseguido el apoyo de las y los electores, sino que más bien se trata del resultado de dos años de una crisis económica en la que la oposición (como ya expuse en un artículo anterior)[1] ha sabido tirar la piedra y esconder la mano, acusando cínicamente al gobierno de ser el culpable de la guerra económica, a través de una campaña permanente que, por lo visto, le ha dado resultados. Dicho esto, no podemos restar responsabilidad a los actores del gobierno, que evidentemente han cometido errores. No se puede explicar de otra manera cómo es que una oposición destructiva, que durante 16 años se ha dedicado solamente a sabotear y que no tiene ni una sola iniciativa que presentar a sus electores, logró chantajear y/o manipular a la mayoría de las y los venezolanos.


Sin embargo, y a pesar de las circunstancias, un 42% de la población votó por las y los candidatos del gobierno. Esto significa que, muy a pesar de las circunstancias, hay mucha gente consciente, que no se deja manipular y que seguro está dispuesta a seguir luchando por la transformación política y social de Venezuela. El revés del 6D es, como bien dijo el presidente Nicolás Maduro, "una bofetada para despertar". Por una derrota no se pierde la lucha, y la revolución tiene muchas fortalezas y potencial por desarrollar.

Quizá la primera decisión que deba tomarse desde el ejecutivo nacional sea la de escuchar las criticas, especialmente las incomodas, que desde los sectores de izquierda se han estado realizando en los últimos años.

La segunda acción de importancia es la de ganar la guerra económica con los medios que estén a su alcance. Particularmente pienso que deben de desarrollarse zonas de producción agroindustrial y manufacturera, donde al mismo tiempo que se trabaja se debata sobre el país, para la generación no solamente de bienes, sino también de consciencia. Creo, además, que las y los políticos de la revolución deben dar ejemplo de compromiso y asegurarse de que cada unidad de producción sea efectiva; así sea necesario que para ello deban, los políticos, trabajar literalmente hombro con hombro con los trabajadores.

La tercera medida debe ser la de la formación de las masas en los valores democráticos. Es Loable, y no nos sorprende, que el presidente Maduro haya reconocido los resultados y todo lo que significan, pero cabe preguntarse por qué la oposición no acepta los resultados cuándo no les favorecen. Voy a permitirme dar una respuesta: se trata de que algunos sectores de nuestra vida política no están formados para la democracia. Dicho esto, creo que debemos incluir en la formación escolar el estudio de los valores democráticos, los derechos humanos y, con ellos, la tolerancia y el respeto a las diferencias. De esta manera abrazados a esos valores lograremos que el país se desarrolle en paz.

La lucha estructural para construir un país seguro debe continuar y se debe profundizar aun más. Cada consejo comunal, cada comuna, cada alcalde y gobernador, los ministerios y el ejecutivo nacional, deben hacer todos los esfuerzos necesarios para vencer los problemas y seguir construyendo patria.

Los opositores tienen ahora una oportunidad de rectificar y de aprender lo que implica vivir en democracia. Deberían de sintonizarse con el gobierno y apoyar las medidas que este tome para la construcción del país, criticar constructivamente y presentar propuestas.

Las circunstancias obligan a la deliberación y al diálogo, así como a la madurez política. Es evidente que hay cosas en las que posiblemente no estaremos nunca de acuerdo. Esas cosas hay que tenerlas claras, pero también debemos tener clara la necesidad de buscar puntos en común en los que trabajar unidos. A pesar del historial de sabotajes y de política destructiva que acompaña a la oposición, hemos de suponer que quieren la paz del país y que entienden que esta oportunidad de ocupar espacios importantes de poder se ha producido gracias a un voto de castigo, más que por méritos propios. Así pues, deben administrar su victoria y trabajar en pro de la paz y el desarrollo del país teniendo presente que el próximo voto de castigo podría ser para la MUD. No olvidemos que son cargos de elección popular y que también son revocables. La soberanía en nuestra democracia reside en el pueblo.

Por último, dado que cada quien sabe cuál es la realidad, y que los voceros del gobierno en todos sus niveles han reconocido los resultados electorales, es tiempo pues de dejar de lado la arrogancia, las rencillas, los excesos de discurso y el show mediático para ponerse a trabajar.

 


[1] El artículo en referencia fue publicado en Aporrea. Lamentablemente se publicó con algunos errores ortografícos razón por la cuál refiero aquí la versión publicada en un blog que yo administro.
http://hojalibreblog.blogspot.se/2015/12/a-la-asamblea-deben-ir-las-y-los-mejores.html



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Daniel Emilio Hernández Guerrero

Obrero, campesino, estudiante, Activista y ocupado en la construcción de una mejor humanidad. A veces ensayista y opinador

 dhdanieldh@gmail.com

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